Suiza
Viaje al interior del «Guernica»
Un robot de última generación estudiará la obra de Picasso al mínimo detalle
El «Guernica» tendrá un visitante nocturno ahora que es viejito y cumple 75 años. Cuando las salas del Reina Sofía cierren y las luces se apaguen, el óleo más importante del siglo XX tendrá un compañero de baile con aliento mecánico que, muy cerca de su superficie, escudriñe en sus arrugas, sus grietas, que vele por su precaria salud de veterano de guerra. Será un robot sujeto a una grúa el que estudie las entrañas del lienzo, como se hacen mirar el hígado los viejos rockeros en hospitales de Suiza. El ojo convexo de una lente fotográfica pasará a pocos centímetros de la pintura durante las noches de seis meses para tomar 20.000 fotografías del más ínfimo detalle del cuadro.
Ver las técnicas y materiales
El proyecto, patrocinado por la Fundación Telefónica, supone el primer estudio exhaustivo sobre la obra desde la gran investigación de 1998, pero la nueva tecnología permitirá obtener una información infinitamente más precisa y acceder a las capas internas de la pintura, para, en este «Viaje al interior del Guernica», descubrir aspectos hasta ahora desconocidos sobre su gestación, los materiales que utilizó Picasso, técnicas, y desperfectos imperceptibles. El robot es el más grande construido con este objetivo (9 metros por 3,5), y la precisión de su escaneo es de 25 micras. Incorpora sensores y cámaras que captan millones de imágenes bajo luz visible, infrarrojo multiespectral, luz ultravioleta, reflectografía espectral y escaneado en 3D. El cuadro, además de dos viajes transoceánicos, e incluso un enrollado, sufrió en 1974 el ataque de un activista con un spray rojo, que dibujó un graffiti en él.
Jorge García-Tejedor, jefe de conservación y restauración del Reina Sofía, señaló que en este momento es necesario aumentar el conocimiento sobre el estado de conservación de la obra, que desaconseja, por ejemplo, moverlo de su ubicación actual. «Incrementar el conocimiento sobre la obra es siempre el primer paso antes de una restauración, pero tardará en hacerse. No creo que yo mismo la vea en vida», dijo este experto. «Se trata de un chequeo diagnóstico», dijo recurriendo a terminología médica el director del centro Manuel Borja-Villel. En la segunda fase, un equipo integrado por restauradores e investifgadores del Departamento de Óptica de la Universidad Complutense, y empresas especializadas en robótica y software, examinarán las imágenes obtenidas.
Puede que para otoño, cuando el Reina Sofía tiene previsto organizar una gran exposición sobre la década de los años 30 para celebrar el aniversario del «Guernica», se den a conocer algunas de las conclusiones. Sobre lo que Borja-Villel ya tiene una opinión es acerca de las recurrentes demandas del director del Prado, Miguel Zugaza, para que el cuadro cuelgue en sus galerías: «El deslinde de las colecciones ni es gratuito ni se hace por capricho. Es un tema cerrado sobre el que no hay discusión posible. Forma parte estructural de este museo; sería como deshacer sus bases», afirmó sobre este asunto «recurrente» e ironizó: «A mí me gustaría tener obras del Hermitage, pero no voy a llamar a Putin para pedírselas».
Veinte años tranquilo
En el estudio de 1998, las conclusiones no dejaban lugar a interpretaciones: el cuadro no debe moverse, ni mucho menos viajar. Es un enfermo estable dentro de su gravedad. Llevaba hasta entonces 50 traslados, cada uno una notable tortura para sus 300 kilos de peso. Entonces, estaba capitaneando el equipo de restauradores Pilar Sedano, con la que se volverá a contar para analizar estos nuevos datos, según Borja-Villel. Desde 1992, en cambio, el cuadro sí ha sido movido, aunque siempre dentro del propio Museo Reina Sofía.
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