Mariano Rajoy
«Váyase señor Chaves»
Si hay alguien con motivo para echar de menos al vicepresidente primero –aún de baja médica– ése puede ser Manuel Chaves. La ausencia de Alfredo Pérez Rubalcaba por segunda semana consecutiva en el pleno del Congreso ha centrado la ofensiva popular en el vicepresidente tercero y el foco mediático en los ERE fraudulentos de Andalucía.
Nueva bronca matutina a cuenta de la corrupción; nuevo episodio de trapos sucios y del «y tú más» y nueva versión de aquel «váyase señor Aznar» reconvertido en «váyase señor Chaves», pero también «váyase señor Griñán».
Fue en este contexto y acosado por los populares Juan Manuel Moreno y Ricardo Torne cuando Manuel Chaves afirmó que los informes de la Intervención Delegada de Hacienda de la Junta de Andalucía en los que el PP se basa para acusarle a él y a Griñán de conocer la trama de los ERE no recogían que se hubiera cometido un fraude en las ayudas, sino que sólo cuestionaban el procedimiento. El resto del combate dialéctico con los populares lo libró con acusaciones al rival: que si mienten, difaman y siguen su escalada de desprestigio contra jueces y políticos... que sí «practican la doble moral». Y esto a cuenta de que el PP, se quejó, por la imputación del que fuera consejero de su Gobierno regional reclama su dimisión y la de Griñán, mientras que «si imputan a consejeros de Aguirre o de Camps, de dimisión nada, premio Nobel para los dos».
«¿Qué regla de tres aplican a la política para pedir mi dimisión por la imputación de un ex consejero y sin embargo jalean y mantienen a un procesado como presidente de la Diputación de Castellón o presentan a la Comunidad valenciana a un candidato acusado formalmente de cohecho?», se preguntó. Siguió el ataque por elevación hasta llegar a Javier Arenas y Mariano Rajoy. Y es que preguntó a la bancada popular que si ya que el presidente del PP en Andalucía tenía «despacho pared con pared con Bárcenas» y era su «amigo y mentor», se puede llegar a la conclusión de que «conocía toda la "trama Gürtel"» o «Rajoy no vigilaba lo que ocurría en Génova porque el humo del puro le tapaba el fuego de la olla de presunta corrupción».
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