Ciudad del Vaticano

El Vaticano no obstruyó a la Justicia irlandesa en los casos de abusos

El Vaticano respondió ayer al Gobierno irlandés después de estudiar el llamado Informe Cloyne, en el que se denuncian los abusos sexuales a menores cometidos entre 1996 y 2009 por clérigos en la diócesis de Cloyne y la forma en que fueron tratados por las autoridades eclesiásticas.

El cardenal Sean Brady, primado de la Iglesia de Irlanda, pidió perdón en 2009 por los casos de abusos que se dieron en diócesis irlandesas
El cardenal Sean Brady, primado de la Iglesia de Irlanda, pidió perdón en 2009 por los casos de abusos que se dieron en diócesis irlandesaslarazon

Un mes y medio después de que Dublín pidiese una reacción a la Santa Sede, ésta quiso «dejar bien claro que de ningún modo ha obstaculizado o intentado interferir en ninguna investigación» de casos de pedofilia en la citada diócesis irlandesa.

El Vaticano en su texto evita la confrontación y reconoce la magnitud del problema, aunque no por ello deja de rechazar algunas acusaciones, que considera sin fundamento. Enda Kenny, primer ministro de Irlanda, afirmó que la Santa Sede había intentado bloquear una «investigación de un Estado soberano», minimizando la «violación y tortura de niños» para mantener el «primado de las instituciones, su poder y su reputación». Acusó además a Roma de instar a los obispos irlandeses a que no denunciaran a las autoridades civiles a los eclesiásticos que habían abusado de menores. El Vaticano le garantizó que «en ningún momento ha intentado interferir en la Ley irlandesa» y que no había prohibido a los obispos colaborar con la Justicia civil.

La respuesta a Dublín ha sido elaborada por la Secretaría de Estado tras haber consultado a diversos dicasterios vaticanos, entre ellos la Congregación para el Clero. Fuentes de este organismo explicaron a LA RAZÓN que ya habían escrito con anterioridad al nuncio (embajador) vaticano en Irlanda, el arzobispo Giuseppe Leanza, para que aclarase al Gobierno de aquel país que «nunca» se pidió a los obispos que ocultasen a las autoridades civiles los casos de abusos sexuales a menores cometidos por sacerdotes o religiosos.

Una respuesta firme
En el documento entregado ayer por el subsecretario para las relaciones con los Estados, monseñor Ettore Balestrero, a la primera secretaria de la Embajada irlandesa ante la Santa Sede, Helena Kehler, se reconocen los «graves e inquietantes errores» cometidos por la jerarquía eclesiástica de la diócesis de Cloyne a la hora de gestionar los abusos. «Es particularmente alarmante que todas estas deficiencias hayan podido suceder a pesar de que los obispos y los superiores religiosos hayan asumido el compromiso de aplicar las líneas guía desarrolladas por la Iglesia en Irlanda a fin de ayudar a garantizar la protección de los niños, y a pesar de las normas de la Santa Sede relativos a los casos de abuso sexual».

De esta manera el Vaticano señala como responsable de la falta de colaboración con las autoridades a John Magee, obispo de Cloyne entre 1987 y 2010, quien ha pedido en varias ocasiones perdón a las víctimas. Fue precisamente Benedicto XVI quien, en 2001, siendo cardenal prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, dio un cambio de rumbo en el tratamiento de estos casos. Desde entonces los obispos deben comunicar a este dicasterio los «delicta graviora» (delitos más graves), como los abusos sexuales. Es desde Roma donde se dirige la investigación y el proceso.


Una mirada hacia el futuro
- La respuesta dada ayer por el Vaticano al Gobierno irlandés trata de restañar las heridas abiertas por los dolorosos casos de abusos a menores y la errónea reacción que los obispos de aquel país tuvieron ante ellos. En su carta a los católicos de Irlanda, publicada el pasado año, el Papa ya censuraba la actitud de los prelados y afirmaba sentirse «profundamente turbado» por estos actos «pecaminosos y criminales». Ahora se pretende seguir mirando hacia adelante para que gracias a la colaboración entre las autoridades eclesiásticas y estatales se puede luchar «eficazmente contra el flagelo del abuso».