Desarme de ETA

Nada es informal

La Razón
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Después de décadas de muertes, mutilaciones y extorsiones la glosa de un comunicado etarra requiere de un esfuerzo notable para no nadar entre la repugnancia hacia quien sigue instalado en la infamia. Por mucho que algunos voceros oficiales nos quieran convencer de la existencia de una fractura interna la conclusión es siempre la misma si se emplea la memoria al servicio del bien. Mientras una parte de la trama se ha puesto otro disfraz, los que quedan dentro de la cosa mantienen el discurso totalitario pistola en mano. Ahora hablan de verificación informal como si la sangre derramada se hubiera borrado por el simple paso del tiempo. No hay nada que comprobar salvo el final. La disolución de ETA y una cuarentena política equivalente a los años de práctica del terrorismo debería ser la respuesta permanente. Cualquier situación intermedia nos dejará siempre en el vagón de cola de las democracias desarrolladas. Se puede y se debe opinar y también dar lecciones a cualquier distancia. De lo contrario deberían taparse las miles de bocas que han dado lecciones de progresismo ecológico al Gobierno japonés mientras contaba los muertos. Lo que algunos pretenden con la nueva marca de ETA no es más que permitir la entrada a la fiesta a todo aquel que cumpla las normas de etiqueta pero sin pasar por los detectores de metales y mentiras. Va a ser doloroso pero va a ocurrir. Los de la pistola van a seguir con ella y sus cómplices van a manejar el dinero de los ayuntamientos. Seguiremos como el único país del mundo libre que paga con los impuestos a sus asesinos. Estamos como para informalidades.