Gastronomía

Larumbe se reinventa a pie de calle

Atrás queda el clásico ático del ABC Serrano. Ahora, Pedro Larumbe propone un espacio moderno y elegante en el que algunas recetas se rematan en sala, a un palmo del comensal 

Larumbe se reinventa a pie de calle
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Es un clásico de la capital y un acierto seguro en la afanosa tarea de comer bien. El chef Pedro Larumbe lleva más de 15 años dando de comer a los madrileños en el ático del histórico edificio ABC Serrano. Pero parece que el dicho de «renovarse o morir» nunca está de más...
Sin irse demasiado lejos, a apenas 20 pasos de su antiguo restaurante, Larumbe acaba de abrir, con acierto y mucho gusto, un nuevo local pensado por y para el comensal, con el único objetivo de «hacerles vivir una experiencia única a través de un espacio y un servicio impecables», asegura el chef. Porque la cocina, la buena materia prima y la imaginación a la hora de crear el plato, ya vienen de serie.

Íntimo y vanguardista
Con una decoración elegante a la par que moderna, llama la atención la amplia separación entre las 21 mesas, lo que garantiza la intimidad del cliente, gracias, además, a una iluminación muy cuidada. Una vez sentados, los incondicionales de Larumbe descubren en la carta alguno de los clásicos del chef, como los canelones de txangurro, las cocotxas de merluza al Pil-Pil con patata rota o las manitas de ibérico con sobrasada y tallarines de judías verdes. Pero también hay novedades para sorprender al paladar, y a la vista, ya que ahora la cocina cruza la puerta y se planta delante del comensal para rematar algunas recetas en sala. Es el caso del tarro de langostinos y vieiras con escabeche cítrico al vapor, un estupendo entrante que se emplata a un palmo del cliente. Espectacular resulta, también, el pulpo confitado, ahumado con canela, patata roja y bacon, pues llega a la mesa bajo una campana que, al abrirla, impregna de aromas nuestro olfato y abre el apetito.
La merluza con raviolis de aromas y salsa trufada resulta una delicia gracias a la suavidad de sus sabores, pero merece la pena decantarse por el tartar de solomillo, uno de los imprescindibles de la nueva etapa, ya que la carne picada se adereza al gusto delante del comensal. En los postres, el esponjoso de chocolate resulta obligado para los más golosos, aunque la torrija caramelizada de mango con sopa de horchata y helado de galleta no decepciona.
Maridados todos ellos con un buen vino, el éxito de la comida es infalible.