Valencia
Mezquindad
Decir como dice Pedro Saura que los responsables de la crisis de la CAM son Valcárcel y Camps no solo es una grave deslealtad a la Región de Murcia y Valencia, sino peor, pues como dijo ayer el portavoz del PP, José Antonio Ruiz Vivo, es de una «mezquindad absoluta» el tratar de sacar tajada política a una situación que preocupa a todos, tanto a los dirigentes de la caja, como a los impositores, clientes en general, ahorradores y trabajadores de la entidad. La trayectoria de la CAM, con su Obra Social como buque insignia, no puede ser motivo de algarada política. Su solvencia ha sido demostrada a lo largo de muchísimos años y quien dude de ello, es que no sabe de lo que habla. No es de recibo, ver comportamientos de este tipo en momentos tan crudos. La política debe ser otra cosa. No vale todo en ella, y, quién lo haga o hace, se retrata para siempre. Los clientes de la CAM pueden estar absolutamente tranquilos. No hay más riesgo que el que exige que la CAM y el Banco de España resuelvan el conflicto creado con el nuevo SIP y, seguro, que se resolverá. Estamos en excelentes manos para no temer nada. Otra cosa distinta, es la política y, sobre todo, la política y los políticos, mejor dicho, determinados políticos en tiempo electoral, pero allá ellos. En todo caso, habría que recordarle a Saura que si estamos con el doble de la tasa de paro de la media de la Unión Europea, nuestras empresas tenían un incierto futuro, se veía venir que la situación tardaría en resolverse ,y quién podría prever que nuestro país engrosara el paquete de los denominados PIGS como Irlanda, Grecia o Portugal, se debe solo y exclusivamente a Zapatero. Quien en esos momentos cuando todos hablaban de la crisis y de aplicar medidas de choque para evitar el mal que se nos venía encima, él se dedicaba a decir que la economía española tenía mucha musculatura. Ya lo vemos, de esas opiniones, estos lodos, y nada tienen que ver en ello Polaris, Terra Mítica, o Novo Carthago. No hicieron los deberes y lo menos que pueden hacer es callarse. Aunque solo sea por decencia.
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