Buenos Aires
Viaje por el Paraguay por Martín Prieto
Estaba en Corrientes, la única provincia que no quiere ser argentina, en la húmeda conjunción de los ríos Paraná y Pilcomayo, un bañadero infestado de yacarés (el cocodrilo sudamericano) y salí del hotel a contemplar la luna llena, hinchada como un pandero. Creí que tenía algo en mis ojos porque veía puntitos negros que cruzaban el disco lunar, hasta que mi doctora me ilustró: «Son las avionetas paraguayas que traen contrabando de drogas, electrodomésticos y materiales electrónicos; aterrizan en trochas abiertas en la selva balizadas con barriles de petróleo prendidos». Volé hasta Asunción del Paraguay y el aeropuerto estaba abarrotado de avionetas que transportaban desde drogas a electrodomésticos y electrónica. Como un supermercado aéreo, y volvieron a desasnarme. Alguna de las avionetas también era de contrabando. Vi anuncios de los autos «mau» de alta gama y baratísimos. «No los compre; son robados en Buenos Aires o en Sao Paulo; si lo hace salga corriendo porque en cuanto pague se lo robarán y volverán a venderlo». Al ex obispo católico Federico Lago no le ha bastado el populismo para evitar un golpe de Estado político y blando. El Senado le ha desestabilizado como en Argentina desbancaron al presidente Fernando de la Rúa: un sangriento choque policial con desesperados de la tierra. El Partido Colorado es como el PRI mexicano y, aunque fuera del poder, ha urdido la trama de este abuso senatorial a favor del Partido Liberal, y sólo queda un año para las próximas elecciones. Paraguay no es determinante pero el multieje del nuevo socialismo americano y Argentina, Venezuela, Ecuador, Bolivia, probablemente Cuba, Nicaragua y tímidamente Brasil se tantean las costuras ante esta ruptura del bloque porque el liberal Federico Franco es un contradios para todo el proyecto. Paraguay vive del contrabando y en política también.
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