San Francisco

Microbios que previenen la caries y bajan el colesterol

Los microbios que viven en nuestro organismo pueden ser, en el futuro, el principal ingrediente de una pasta de dientes que ayude a prevenir la caries o de unas pastillas contra el colesterol, según un estudio publicado hoy. 

Los probióticos, como se denominan los alimentos, bebidas y suplementos dietéticos que contienen microbios vivos procedentes del cuerpo humano, ayudarán en un futuro a diagnosticar y tratar enfermedades, y los complejos a base de bacterias serán objeto de receta en consultas médicas de todo el mundo.

Es la predicción que hacen, en un trabajo que hoy publica la revista «Science», el científico de la Universidad de Stanford (California) J.L. Sonnenburg, y el de la Universidad de California en San Francisco, M.A. Fischbach.

El estudio, titulado «Sanidad comunitaria: oportunidades terapéuticas en el microbioma humano», prevé un futuro en el que los probióticos serán desarrollados y modificados por las compañías farmacéuticas y biotecnológicas, y regulados por la Oficina de Alimentos y Medicamentos (FDA) de EEUU.

Los autores del texto invitan a la comunidad científica a ir más allá del estudio de las propiedades beneficiosas de los probióticos para la flora intestinal, que actualmente es el objeto de la mayoría de los productos con microbios vivos.

«El concepto (de los probióticos) puede aplicarse también a otras comunidades microbianas del cuerpo humano», indican. «Las cremas para la piel y pastas de dientes del futuro pueden contener cultivos vivos o prebióticos que ayuden a tratar la dermatitis atópica y prevenir la caries dental», añaden.

Según Sonnenburg y Fischbach, los microbios vivos no sólo ayudarán a tratar las disfunciones y enfermedades, sino también a prevenirlas. «Los componentes microbianos de las heces, la orina, el esputo y las mucosidades cumplen las dos virtudes de una muestra diagnóstica: son fáciles de obtener y sostienen una cantidad de información molecular relevante para las enfermedades», señala el estudio.

Pese a su popularidad creciente, los productos probióticos no han sido hasta ahora estudiados con rigor y, en Estados Unidos, no están regulados por la FDA. Aunque parecen tener un potencial claro como agentes terapéuticos, existen retos a la hora de establecer estándares claros que permitan su estudio en profundidad, según advierte el estudio.

Las influencias «antinaturales» sobre el organismo, como el consumo de antibióticos o la administración de vacunas, modifican y transforman la estructura microbiana, que puede variar de persona a persona y de país a país.

«Las marcadas diferencias entre los microbios fecales de un niño de Burkina Faso y los de los niños del norte de Italia dan una idea de los problemas a la hora de definir una línea de base para la microbiota», apunta el estudio.