Literatura

Moscú

Ulises viaja al año 2033

Glukhovsky dibuja un apocalíptico futuro en un «thriller» que transcurre bajo tierra«Metro 2033»D. Glukhovsky. TIMUN MAS 544 páginas, 8,95 euros. 

La novela, de la que Hollywood ha comprado los derechos, tiene ya videojuego
La novela, de la que Hollywood ha comprado los derechos, tiene ya videojuegolarazon

Temáticamente, uno de los subgéneros literarios de mayor aceptación entre los lectores de literatura futurista es la ciencia ficción postapocalíptica. Tiene una larga tradición, que reverdece en épocas de crisis moral, aunque siga siendo la misma distopía catastrofista de H.G. Wells reflejada en «La máquina del tiempo» (1895), incluido el sermón socialista contra el progreso. Prueba de que los mitos nunca mueren, sólo se transforman, es la exitosa «Metro 2033», de Dmitry Glukhovsky, cuyo modelo bascula entre los Morlocks de H. G. Wells y los mutantes de «Soy leyenda», de Richard Matheson. El catastrofismo natural y la guerra nuclear o la bacteriológica.

Nazis y comunistas
En «Metro 2033», una guerra nuclear ha devastado el mundo, del que apenas un puñado de rusos sobreviven en las entrañas del metro de Moscú, donde han ido reconstruyendo en su laberíntica estructura un mundo mimético del anterior donde se enfrentan tribus salvajes, grupúsculos nazis y comunistas con comerciantes que han creado una especie de alianza hanseática de progreso. El enemigo común son escurridizos seres mutantes del mundo exterior que los invaden. La similitud con el cuarteamiento de la URSS es notorio. El patrón literario requiere, como en la antigua novela griega, un elegido. Artyom, como Ulises, emprende un interminable viaje por los túneles misteriosos del metro en busca de su destino. Sus dos precedentes serían John Connor, protagonista de «Terminator», y Neo, el héroe de «Matrix», que también combate en la oscuridad del mundo subterráneo, poblado de acechantes amenazas.

El joven Artyom toma conciencia de su misión de salvar a la humanidad: «No tomaba decisiones por su capricho personal –escribe Glukhovsky–, sino porque se había insertado en la línea argumental de su destino», resumen providencial de todo héroe desde Moisés salvado de las aguas para salvar a su pueblo. Sólo cambia el decorado y la novedosa narración de los acontecimientos, que Glukhovsky resuelve con tal maestría que nadie diría que la novela comenzó con un blog y pasó al papel con ventas millonarias, poniendo de moda los relatos de terror y un universo postapocalítico de relatos de «fan-fic» en internet.