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Sin subidas por César Miralles

La Razón
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En ausencia de medidas adicionales, la mayor parte de los analistas descontamos un incumplimiento por parte de Gobierno español del objetivo de déficit para las administraciones públicas en el periodo 2011-2013. Una previsión menos optimista de crecimiento económico y de paro que lastrarán los ingresos tributarios y presionarán al alza el gasto social, y el insuficiente ajuste en el gasto público en general, y en especial en el autonómico y local explicaría dicho incumplimiento.

Grosso modo, de cara a corregir la tendencia, las administraciones públicas deberán reducir el déficit en aproximadamente 6.000 millones de euros por año en el periodo mencionado. Ante este panorama, el Gobierno entrante deberá valorar la conveniencia o no de acometer subidas impositivas como último recurso para reducir el déficit, a la vez que sus efectos perniciosos sobre el ahorro, el consumo, la actividad o la evasión fiscal. Como norma general, las subidas de impuestos tienen sentido en época de vacas gordas pero no de vacas flacas, ya que el deber de los Gobiernos previsores, al igual que las familias o las empresas, es acumular ahorro en épocas de bonanza para compensar la caída de los ingresos en época de crisis.

En determinados niveles de presión fiscal, nuevas subidas impositivas pueden conllevar una reducción de la recaudación al incentivar la evasión fiscal. En especial, un aumento considerable de la tributación del ahorro puede propiciar una salida de capital en un momento donde necesitamos generar más que nunca ahorro nacional que financie las necesidades de financiación de la economía española.

Por otro lado, toda subida de impuestos indirectos (como el IVA o el impuesto especial sobre el tabaco) es injusta por el hecho de no discriminar en función de la renta disponible del sujeto que tributa. Por último, las subidas de impuestos carecen de legitimidad ante la sociedad en tanto en cuanto exista suficiente margen de maniobra en materia de eliminación de duplicidades entre las diferentes administraciones públicas, gasto superfluo e improductivo, o mientras se pueda ganar en eficiencia en la ejecución de las políticas de gasto.

En un contexto de elevado paro, renta disponible familiar estancada y pérdida de poder adquisitivo como consecuencia de una congelación en los salarios, mínimo impulso de la inversión pública productiva, bajos beneficios empresariales, y serias restricciones crediticias, la vía más neutral de acometer el ajuste presupuestario es predominantemente la del gasto público y no de los ingresos. En definitiva, los efectos perniciosos de una subida impositiva superan a los efectos beneficiosos de recortar gastos. Entre otros motivos porque el gasto público pierde gran parte de su fuerza en un momento de fuerte restricción crediticia.