Bilbao
Pantomima de Batasuna
Como ya viene siendo habitual cuando se aproximan procesos electorales, el brazo político de ETA se multiplica en actos públicos diversos y lanza sucesivos mensajes, bien directamente, bien a través de portavoces interpuestos, para sortear las limitaciones legales y judiciales que pesan sobre él. A este propósito sirvió ayer el acto celebrado en Bilbao con mucho aparato publicitario y al que se prestó el partido legal que fundara el ex lendakari Carlos Garicoetxea, Eusko Alkartasuna (EA). Esta formación nacionalista, fruto de una escisión del PNV, ha ido languideciendo lentamente y hoy no es más que un cascarón vacío, un esqueleto sin musculatura que sobrevive gracias a pactos parasitarios.
Es esa anorexia política la que ha impulsado a sus dirigentes a alquilar su edificio legal a Batasuna, arrojada fuera de la legalidad electoral por el Gobierno socialista tras el fracaso de negociación con ETA. Los batasunos, como los demás nacionalistas vascos, no desean bajo ningún concepto que se repita la experiencia de las elecciones autonómicas, cuya ausencia por imperativo legal no sólo les ha arrojado fuera del Parlamento vasco, sino que además ha propiciado el primer Gobierno autonómico no nacionalista. De ahí que hayan puesto en marcha, desde principios de año, una nueva estrategia para colarse por las rendijas legales y presentarse a las elecciones muncipales y forales de la próxima primavera. Una fórmula, aunque no sea la única, es utilizar un armazón legal existente, como hicieron en las muncipales de 2007 al resucitar Acción Nacionalista Vasca, un partido zombi desde su creación en 1936.
Aquí entra en juego EA, que parece dispuesta a inmolarse y a ser fagocitada por los batasunos. Basta con que copen sus listas electorales con candidatos sin un pasado comprometido o significado para que el brazo político de ETA burle de nuevo al Estado de Derecho, al igual que hizo con PCTV o ANV. En esta nueva etapa, a Batasuna no le faltan apoyos ni aliados de diversa índole nacionalista. Incluso goza de la comprensión y el aliento de dirigentes del Partido Socialista de Euskadi. Concretamente, su presidente, el polémico Jesús Eguiguren, principal impulsor de la negociación política con ETA, se ha prodigado en los últimos días en declaraciones a favor de la legalización de Batasuna al entender que se está alejando de la banda terrorista.
Sorprende que tras la amarga burla que los pistoleros y sus políticos han hecho del Gobierno socialista aún haya personajes como Eguiguren que voceen en el mercado una mercancía tan averiada y caduca como ésta de la Batasuna democrática, respetuosa con la legalidad y enemiga del terrorismo. Ésa fue la pantomima puesta en escena ayer en Bilbao con la complicidad de una EA decrépita y agonizante. Cabe esperar que, esta vez, las instituciones democráticas, empezando por el Gobierno y siguiendo por la Fiscalía, no vuelvan a cometer el mismo error que hace cuatro años y legalicen a los testaferros de los terroristas. La única posibilidad de que Batasuna pueda volver a la legalidad se producirá cuando ETA sea vencida y sus pistoleros encarcelados. Y para eso aún queda mucho trecho.
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