Cádiz
Sandra Moscoso entra en la historia
Se lidiaron toros de Osborne, bien presentados, manejables en general, bueno el 1º, bravos el 4º y 6º. Tres cuartos de entrada. - Finito de Córdoba, de catafalco y azabache, tres pinchazos, estocada (silencio); estocada trasera (dos orejas). - Juan José Padilla, de granate y oro, estocada (dos orejas y rabo); buena estocada (dos orejas y rabo).- Sandra Moscoso, que tomaba la alternativa, blanco y oro, tres pinchazos, estocada baja (oreja); pinchazo, estocada (dos orejas).
«Serpentino» le aguardaba al otro lado de la puerta. Aquel toro ensabanado de Osborne con dos descarados pitones convertiría a Sandra Moscoso en matadora de toros. Décima mujer en la historia del toreo que lo consigue. Se le intuía la emoción. Y la contagió. Nos hizo partícipes a todos de ese pedacito de historia que estábamos viendo en la sierra gaditana de Ubrique.
Sandra siguió al pie de la letra la liturgia y se atavió un terno blanco y oro para el gran día. La gran cita, que había comenzado tantos años atrás. Las vocaciones del toreo de siempre se amasaron en la infancia. Hizo la novillera el paseíllo sin la montera, descubierta, ante su primera tarde como matadora de toros. «Serpentino» no era el toro al uso para la alternativa, sí era estrechito de sienes, pero serio de pitones.
Salió pronto a recibirlo Moscoso, airosas las verónicas, una chicuelina y tal vez una media, pero la mejor llegó en el cierre del quite a la verónica. Y se hizo el silencio más silencioso para intentar escuchar lo que era imposible: la ceremonia. Las palabras que Finito, padrino, dedicó a Sandra en presencia de Padilla, que era el testigo. Comenzó la voluntariosa faena a un toro noble, al que le costó descolgar. Los mejores momentos llegaron al natural y acabó de calentar con adornos.
Casi era de noche cuando volvió su turno. Y saltó un toro bravo que transmitía, pero había que estar. Y la toricantana estuvo. Se asentó y toreó resuelta y encajada por momentos, sobre todo por la diestra. Sorprendente faena con tan sólo una novillada en la temporada.
Finito intentó justificarse con el segundo, violento y orientado, y no cuajó al cuarto, que fue un toro bravo, que respondía de miedo por abajo. Hubo pinceladas, pero no comunión.
Juan José Padilla tiró de repertorio ante el tercero, que duró poquito. Antes, lo había recibido con dos largas cambiadas en el tercio y justo cuando se perfilaba para entrar a matar paró Padilla para escuchar un fandango que salía de lo más profundo. Flamenco bueno que inundó de magia el momento. No podía ser otro que Manuel Orta. Qué arte. Tras la espada se fue el torero, que paseó después las dos orejas y el rabo con su hijo. Aquello era como estar en familia. Poco pudo hacer con el quinto, que se acabó en un suspiro. Nada y menos duró pero lo mató con mucha dignidad.
A hombros se fueron los tres toreros gracias a una buena corrida de Osborne. Fecha histórica ya. Décima mujer que logra el hito de convertirse en matador de toros. Sandra, Sandra Moscoso.
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