Investigación científica
El demonio de Tasmania se encomienda al genoma
El ADN tiene la clave contra el cáncer que aniquila a la especie
MADRID- A mediados de los años noventa, los expertos alertaron de que el demonio de Tasmania moría de forma frecuente por un misterioso tumor cancerígeno facial que sólo afectaba a esta especie. Un enigma que está a medio resolver gracias a los estudios de varios expertos de la Universidad Nacional Australiana que han desvelado las claves de los tumores que diezman la especie.
El cáncer, cuya causa se desconoce, provoca la muerte al 70% de estos animales antes de alcanzar los 18 meses de vida. Su propagación es muy rápida, y se contrae a través de las heridas que se producen los demonios en las peleas con otros de su especie. Sus síntomas, visibles en la boca, aumentan de tamaño hasta causar unas deformaciones que les impiden comer para sobrevivir.
Para hallar estas nuevas respuestas, los investigadores han comparado el genoma de un demonio sano con el de un ejemplar afectado. Janine Deakin, la bióloga que encabeza el grupo, asegura que esto es así porque varios fragmentos importantes de los cromosomas habían sido mezclados como un rompecabezas que se armó de manera incorrecta.
Este cáncer, al contrario que el que afecta a los humanos, evoluciona lentamente y apenas ha variado en su desarrollo. «Es algo inusual porque el cáncer generalmente, en el caso del cáncer humano, evoluciona rápidamente y hay grandes diferencias entre el tumor original y la metástasis», explicó Deakin. Esta especie, considerada una de las más antiguas de la humanidad, desapareció en Australia continental hace unos 400 años tras perder su hábitat ante un canino salvaje conocido como el dingo. En la actualidad, el diablo sólo habita en estado salvaje en la isla de Tasmania y en varios centros especializados creados en el continente para aislar a ejemplares sanos de los animales afectados por la enfermedad.
En la lista roja
Su grave situación lo ha colocado dentro de la lista nacional de Australia de animales en peligro de extinción, y también en la lista roja de Naciones Unidas por considerar que en un plazo de 25 a 35 años puede desaparecer si antes no se encuentra una cura al cáncer que diezma la especie.
El siguiente paso de los científicos australianos es descifrar el origen y las causas de la enfermedad, no sólo para salvar a este animal, sino también para el estudio del cáncer en los humanos. «El cáncer que afecta al demonio de Tasmania va a ser un modelo para estudiar varios tipos de tumores que padecen los humanos porque es estable, se desarrolla lentamente y proporciona una mejor oportunidad para hallar particularidades que no se aprecian al estudiar el cáncer en el ser humano porque todo pasa muy rápido», enfatizó.
Depredador en los dibujos, víctima en la vida real
El demonio de Tasmania es un animal parecido al zorro, con fuertes mandíbulas y pelaje rizado, que inspiró a la famosa Warner Bros para crear a Taz. Robert McKimson, el creador de este entrañable dibujo de los Looney Tunes, plasmó en el personaje la glotonería que le caracteriza, añadiéndole además sus particulares giros sobre sí mismo, como si de un tornado se tratase. La productora, concienciada del problema que afecta a uno de sus personajes clave, donó hace cinco años parte de los ingresos generados por la venta de discos del vídeo de Bugs Bunny y el Pato Lucas para ayudar a programar planes de reubicación de ejemplares en islas que se declararían como su refugio.
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