Alumnos

La enseñanza está esperando por Francisco Rodríguez Adrados

La Razón
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Sí, no dudo de que hay duplicaciones, personal y cursos innecesarios, algo diré. El problema es que hay que proceder con infinito cuidado con los recortes, para no provocar desastres. Hay una jungla legislativa y burocrática en la que cualquiera se pierde. Y hay materias, sobre todo las humanísticas (no sólo el español, también el griego y el latín), que penden de un hilo, hay que ayudarlas. Ha crecido el número de alumnos, sí, pero ha bajado abrumadoramente la calidad.

Todo viene de esa jungla legislativa, con multiplicación de planes, autoridades, diferencias de centro a centro, de autonomía a autonomía. Del Gobierno de Villar y los tres del PSOE, sólo con el segundo de éstos, el de Felipe González, se pudo negociar algo. Y en el que siguió del PP, del 2000 al 2004, no se logró apenas nada, los sindicatos maniataron a la ministra.

Yo le había recomendado en ABC que cogiera al toro por los cuernos, pero no hubo nada de eso. En una comida en El Escorial le sugerí también que lo mejor será cargarse la Logse. En fin, su ley de calidad fue primero minimizada, luego derogada, cuando los socialistas llegaron al poder otra vez. Hay que reponerla.

Este Gobierno socialista último ha agravado las cosas. No merecía la pena ni hablar con ellos. Hizo, por ejemplo, programaciones que ocultaron lo mejor de la Historia de España: la Reconquista y América. Ahora urge revisarlo todo y, antes que nada, crear un primer año del Bachillerato. Un primer año serio. Y revisar la Logse y lo de después, quizá lo peor. Algo se ha hecho ya, hay que seguir.

Y en la Universidad, hay que echar Bolonia atrás, es una creación de la burocracia universitaria contraria a lo que opina el profesorado casi unánimemente. Es un recorte más, puro pedagogismo y decadencia: si ahora no es momento, debe quedar en la lista de espera. Materias culturales y humanísticas, como por ejemplo las Clásicas, que han salido siempre mal paradas, sufren también con Bolonia. Las de Ciencias también, me consta. Ayúdennos a que esto se detenga.

Recuerdo cuando, al iniciarse el ministerio de Maravall, a comienzos del 84, D. Antonio Fontán, que era amigo mío, D. Pedro Laín, D. Antonio Tovar, D. Luis Gil y yo mismo pedimos una audiencia al ministro, intentando mitigar el desastre. No nos recibió. Yo fui, con dos alumnas mías, pese a todo, al subsecretario o lo que fuera (los demás se excusaron) y el discurso que tenía preparado para Laín, tuvo que soltármelo a mí. Me limité a preguntarle: ¿y dónde van a aprender algo los alumnos? Me contestó: en las enciclopedias y la televisión.

Más tarde, a fines del 84, escribí un artículo que logré publicar en «EL PAIS» del 11 de diciembre, «La reforma del BUP, una amenaza para la cultura». Un dibujante experto lo decoró con un obrero, piqueta en mano, que derribaba el muro de un castillo. Se organizó un gran zafarrancho.

Yo podría sugerir cosas que podrían hacerse, como suprimir personal no docente innecesario, tal como los orientadores pedagógicos y esos másteres pedagógicos que hacen perder el tiempo a los alumnos. ¿Van a enseñarles cómo enseñar el griego quienes no distinguen la alfa de la beta? Igual en Química o en cualquier otra ciencia. Se impone el podado de opcionales y de tantas cosas que hacen perder el tiempo.

Todo viene del primer Gobierno del que hablo, el de Villar al final del Franquismo, con agravaciones cada vez mayores. Comenzaron la poda de exámenes, las rebajas en la elección del profesorado, etc. etc. Habría que estudiar cómo ir saliendo de esto. Porque la rebaja en la exigencia no ha podido evitar el fracaso escolar.

Y, créanme, mis alusiones al pedagogismo (con sus aliados) en absoluto significan desprecio. Yo soy maestro nacional y tengo sobresaliente en Pedagogía. Y vengo de raza de maestros; mis padres hicieron gran labor en ese campo, yo acompañaba a mi madre cuando visitaba las escuelas. La enseñanza primaria mejoró muchísimo. Lo trágico ha sido la invasión por la pedagogía y sus aliados de la enseñanza secundaria, ahora de la universitaria. Esto no sucedía en los años treinta, ni con la derecha ni con la izquierda. No es su sitio, basta que miren la etimología. Nosotros sabemos bien cómo enseñar nuestras materias.