Ellas con los hijos en la hamaca

Olvídense de esas estampas veraniegas que nos ofrecen algunas películas de familias pasando las vacaciones con vistas al mar, mientras la madre discute con el padre después de haber tenido sus más y sus menos con los hijos chillones e impertinentes. La tensión se puede cortar con un cuchillo y están a punto de tirarse la sandía y el melón a la cabeza... O eso nos cuentan porque nuestros encuestados viven otras experiencias y al menos le ponen voluntad y dedicación para que el estío sea idílico y todos disfruten de la familia.

Si se trata de los hijos, los sexos se difuminan salvo, obvio, en el momento de concebirlos. Los hombres y las mujeres hablan, se ocupan y se preocupan por sus vástagos por igual y en las vacaciones como un paréntesis «kit kat» para reencontrarse con los pequeños y los adolescentes en el marco de una postal veraniega. Un rotundo 75,9 por ciento afirma que le apetece que lleguen las vacaciones para pasar más tiempo con sus hijos. Sólo un 11,2 por ciento, en un arranque de sinceridad, niega esta posibilidad. Por géneros, apenas hay diferencia entre los varones y las féminas, ya que un 78,3 por ciento de ellas y un 73,3 de ellos comparten su vocación paternal y maternal. De más está decir que es lógico que un 82 por ciento piense en el estío como el mejor momento para estrechar lazos familiares paseo marítimo va, paseo marítimo viene. A nuestros encuestados no hay forma de pillarles en un renuncio. Si para una inmensa mayoría, vacaciones e hijos son prácticamente sinónimos, sería un contrasentido que luego, salvo por motivos laborales, los «aparcasen» en algún campamento de verano. Esa opción –el dinero también manda– sólo es contemplada por un 36,7 por ciento mientras que un 60,4 por ciento se abstiene de enviarles a actividades extraescolares.

El destino vacacional también pasa por las necesidades de los críos, ya que un 62,2 por ciento mantiene que el lugar para pasar los deseados días de descanso se escoge en función de ellos. Otra cosa es estar pendiente de sus tareas escolares. Ahí los padres ponen sus reparos con opiniones divididas. Mientras que un 50 por ciento afirma que dedica tiempo a ayudarles, un 42, 4 considera que ése es un deber de sus hijos.

Sí, la situación es idílica pero como tantas otras cosas en la vida tiene fecha de caducidad. En una sobredosis de realismo, si a un 33,8 por ciento le da pena que sus hijos vuelvan al colegio, para un 32,4 por ciento es una circunstancia de la vida que no les produce ningún desasosiego. Especialmente a los hombres, con un porcentaje del 37 por ciento.