Santander

Ni la sombra de El Ventorrillo

No hay que ser pitonisa para aventurar que pocas corridas con figuras le quedan a El Ventorrillo de seguir así. Camino corto, con muchas curvas y peligrosos vericuetos. Se veía venir.

Ni la sombra de El Ventorrillo
Ni la sombra de El Ventorrillolarazon

Se lidiaron ayer en Santander seis ejemplares seis. Tan sólo uno, tercero otra vez, es el número de la feria, se salvó de una quema que deseó más de uno, sobre todo de los que tuvieron que ponerse delante. Y el cartel de figuras quedó de figurantes. Aquello se convirtió en tarea imposible. Si la falta de casta les hizo desistir de la pelea y optar por rajarse, la ausencia de buenas ideas provocó que sólo se hicieran presente las malas: cortaron algunos en banderillas y desparramaron la vista, todo y más, en el último tercio. Claridad en el objetivo. Cerca, muy cerca, demasiado cerca, estuvo el segundo de prender a Manzanares por la barriga. Se salvó por ese laxo movimiento que da la forma y los reflejos. De no ser así, estaríamos hablando en otros términos, de otras palabras, y hoy no, qué bien, hoy no toca. El sexto, por ejemplo, hacía una radiografía a Daniel Luque antes de mal tomar el engaño, lo suyo era más un desengaño. Antes le había revisado de arriba abajo con asesina mirada. La tarde pudo ser de susto y quedó en disgusto. Nada que hacerHasta a El Juli, que tiene la técnica del toreo en la cabeza y en la mano, se le hizo cuesta arriba su rajado lote. Sus cansados astados, por antítesis de toro bravo, hasta daban pereza. Lo único que pudo dejar el madrileño fue el despliegue capotero en los albores de la tarde, antes de que nos diéramos cuenta de la condena. Después, nada. Rapidez ante toros que querían irse antes de llegar, descastados, desrazados, desmotivados todos... También el quinto de Manzanares le hizo tragar lo suyo al estar delante. Tenía las ideas justas pero todas tirando a malas. El torero alicantino metió la espada con esa habilidad que ya le es característica y no sé si el toro tardó en caer un par de segundos. Eso sí que era de premio. La joya de la corona, todo vale cuando vienen mal dadas, fue el tercero. Embistió, ¡milagro! Humilló ¡increíble! Daniel Luque le cogió la medida al toro por el pitón derecho a pesar de que reponía y le ganó la pelea el animal por el izquierdo. El borrón llegó con la espada. Y de ahí que todo quedara en nada, como la tarde. Una de El Ventorrillo que nos hace tirar de memoria, de cuando esta ganadería embestía... Se torció el camino.