España
Las placas por Antonio PÉREZ HENARES
El personal suele hablar mucho de energías limpias y alternativas. Uno, en general, las contempla con una mezcla de expectativa pero también de prudencia. Sin embargo, uno a nivel personal las practica. En primer lugar y como gran razón de fondo, porque no le queda otra. A saber en su cabaña de madera montaraz, alejada de cualquier tendido eléctrico, no tenía mejor opción. Opté por la solar. Y estoy contento, aunque me haya costado un ojo de la cara. Que eso también. Pero puestas están y funcionan y ahí quedarán, sino me las «limpian», que ésa es otra de las que te pueden pasar. En el tiempo de su instalación, hace unos años y en plena fiebre, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha , gobernada entonces por Barreda, comprometió una sustanciosa ayuda para quienes deseáramos optar por ellas. Cumplí los requisitos, me concedieron la subvención, pagué de mi bolsillo la totalidad de la instalación. Y en ésas me quedé. Que si me aprobaron que me ayudarían, pero no he recibido un euro, y tal y como dejaron las arcas no creo que nadie me lo vaya a pagar por nunca jamás. Como yo, un montón. O sea, que ellos quedaron muy bien con la cosa de hacer el verde y quien pagó la cuenta fui yo. Vamos, como ha pasado en toda España, aunque no se hayan instalado placas. Que el Gobierno quedaba muy progre, pero el sobreprecio lo pagamos todos en la factura de la luz. Con todo, he de decirles que caras sí, pero que eficaces también y que no me arrepiento en absoluto, al revés, de haberlas puesto. Que pocas veces ha tenido que ponerse en marcha el motor de gasoil que tengo para una emergencia que puede darse si se suceden muchos días sin sol. Que tiran de muchos artilugios y hasta de la bomba del pozo si fuera menester. Me sirven para ser autosuficiente energéticamente hablando y no tengo queja alguna de su utilidad. El único que se mosquea un poco es el bolsillo cuando recuerda el coste y aquella presunta subvención.
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