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Nixon un presidente enamorado
Se le recordará por el caso «Watergate». Ahora, por sus cartas, se descubre que fue un hombre apasionado por Pat, su mujer
Cuando se pronuncia el nombre del presidente Richard Nixon lo primero que viene a la cabeza es el caso «Watergate», que provocó su dimisión. En cambio, la exposición de la Biblioteca Presidencial y Museo Richard Nixon en Yorba Linda (California), realizada con motivo del centenario del nacimiento de su mujer Patricia Ryan, ha sacado a la luz el lado más romántico y oculto de uno de los presidentes más controvertidos de la historia de Estados Unidos.
La exhibición, que se podrá ver hasta septiembre, incluye seis cartas de amor de la pareja entre 1938 y 1940 (justo antes de contraer matrimonio). Como se muestra en la exposición, el presidente conservador, que ocupó la Casa Blanca desde 1969 hasta 1974, era un escritor apasionado cuando se dirigía a su mujer. En las cartas se refiere a Patricia Ryan como «mi más querido corazón» y «mi gitana irlandesa». Quizá si hubiese sabido que saldrían a la luz, no habría escrito esas cosas a Pat, exactamente igual que no hubiese mandado irrumpir en el Partido Demócrata si hubiese sabido que tendría que dimitir por el caso «Watergate».
En otra misiva, en la que expresa más claramente su idea de lo que es el amor, le pide: «Vamos a dar un largo paseo en domingo, vamos a las montañas los fines de semana, vamos a leer libros delante del fuego, pero sobre todo vamos a envejecer juntos y encontrar la felicidad que sabemos nos pertenece».
El antiguo ayudante del republicano y comisario de la muestra, Bob Bostock, dice que las cartas «nos enseñan a un hombre joven que intenta hacerse con el corazón de la mujer y que espera que sea su futura esposa. Están escritas en un lenguaje poético y se aprecia que quiere que le concedan su mano», explica Bostock, que ha trabajado en este proyecto durante más de un año.
Tiene sus párrafos preferidos: «Una de mis partes favoritas es en la que utiliza las imágenes del tiempo cuando escribe: "cuando sopla el viento, y cae la lluvia y sale el sol entre las nubes"».
Bostock hace hincapié en que ambos «se preocuparon y cuidaron el uno al otro profundamente. Los dos venían de un pequeño pueblo de campo del sur de California de principios del siglo XX. Los dos querían ver mundo y dejar una huella en él. Fue ese sueño que compartían lo que les unió», dice de una pareja que finalmente logró realizarlo y llegó junta hasta la Casa Blanca.
Pat Nixon nació en Nevada, pero su familia se trasladó a California cuando ella tenía un año de edad. Bostock recuerda que vino al mundo «en unas circunstancias muy modestas. Su madre murió cuando ella tenía 13 años. Y sólo 18 cuando su padre falleció. Tuvo que asumir gran responsabilidad desde una edad muy temprana. Pero sabía lo que quería en la vida y lo consiguió. Y me parece que la gente va a poder entender todo esto a través de esta exposición».
Su marido, el presidente, también tuvo muy presente sus orígenes humildes durante toda su vida. Su padre tenía una de las granjas más pobres del pueblo donde vivían. Y la buena suerte siempre se negó a acompañar a su familia. Prueba de ello es que después de vender la propiedad, se encontró petróleo debajo del suelo sobre el que habían estado viviendo hasta entonces.
Pese a todo Richard Nixon llegó a presidente, aunque su salida no fue muy afortunada. Para Bostock, hasta ahora no se había apreciado que, además, «era muy buen escritor. Siempre estuvo muy implicado en el proceso de redacción de sus discursos. No me ha sorprendido que las cartas estén bien escritas».
En cambio, para sorpresa de muchos, fue Pat, con la que estuvo casado durante casi 55 años, la que no escribe con tanto sentimiento a su marido. En una de las notas que ella le mandó, siempre más cortas y mucho menos elaboradas que las de Richard, le dice, de manera pragmática, que «en caso de que no te vea antes, ¿por qué no vienes pronto el miércoles, y veo si te puedo hacer una hamburguesa?».
«Pero, sobre todo, vamos a envejecer juntos»
«Cuando miro por la ventana las nubes con los rayos del sol intentando traspasarlas, pienso en todo lo que has significado durante los dos últimos años. (…) Y cuando sopla el viento y cae la lluvia y brilla el sol entre las nubes (como ahora), todavía sabe, como ocurrió entonces, que nada mejor le ha ocurrido que enamorarse de ti, mi queridísimo corazón», dice Nixon a su mujer en la carta de la izquierda. En la derecha asegura: «Vamos a dar un largo paseo los domingos, vamos a pasar los fines de semana en las montañas, vamos a leer frente al fuego, pero sobre todo vamos a envejecer juntos y vamos a encontrar la felicidad que nos pertenece».
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