Presidencia del Gobierno

Resetear

La Razón
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Me encanta la idea de poder resetear los aparatos que se reviran, resetear amistades, resetear amores, resetear, en fin, la vida. Hay ciertos personajes que deberían resetearse, un ejemplo son Cascos y Asunción, sin ir más lejos, que no hemos tenido otro temita durante esta pasada semana, que Dios confunda. Yo sé lo que me digo. Resetear la Ley Antitabaco, que es de lo que hablamos todos los días y a todas horas y es el hilo que nos conduce a escribir y escribir sobre ello. A mí esta ley me ha hecho fumar más, y no hay que entender esto como ningún tipo de rebelión, sino como una reacción a una orden que nos da nuestro Estado benefactor, que se preocupa por nuestra salud, sí, pero no por nuestra estrecha economía, por evitar que haya delincuencia, por disminuir las cifras del paro… No, en lugar de todo esto nos prohíben fumar y alientan la delación del fumador, como si fuera todo un asesino en serie. Esa ministra ordinaria, de cara ordinaria, de nombre ordinario y de apellido más ordinario todavía se cree la «Thatcher» y va con aires de importante y sabelotodo, mientras bosteza en el Congreso de los Diputados y estira sus brazos desperezándose sin vergüenza y sin importarle que puedan estar inmortalizando el instante, que a los fotógrafos de las Cortes no se les escapa ni media. Sabemos cuidar nuestra salud, porque nos conviene a todos, somos los primeros interesados en ello, pero no es necesario que vengan quienes nos están jorobando el país a darnos sabios consejos sobre lo que se debe o no se debe hacer. Mejor dicho, que no nos vengan con imposiciones. Que se reseteen. No, digo mal, que se vayan de una santa vez.