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OPINIÓN: El Picasso cantaor

La Razón
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Si hay un rasgo peculiar que diferencia el flamenco de todos los demás folclores de nuestra península, sin lugar a dudas, ese rasgo es la sensibilidad, la inteligencia para saber crecer y fundirse con otras músicas. Enrique Morente es claro ejemplo de lo dicho. Nadie como él ha dado pasos tan resueltos a la hora de fusionar sonidos negros y convertir el flamenco en lo que es hoy: memoria viva del tiempo presente.

Como muestra queda una montonera de discos grabados a sangre y de todos ellos cabe destacar su trabajo más valiente, el definitivo «Omega», donde la voz del cantaor granaíno parece surgir de un pozo ciego y se eleva y se afila y se mezcla con las cuchillas eléctricas de los Lagartija Nick para rendir tributo al poeta.

Cantó a Federico García Lorca, a Nicolás Guillén, a Leonard Cohen, a Joaquín Sabina y, cómo no, también cantó a Pablo Picasso, pues aunque las comparaciones son injustas, bien se puede aventurar uno a llamar a Enrique Morente el Picasso del flamenco. Porque siempre anduvo a la vanguardia pero sin esnobismos, es decir, sin perder conciencia de clase.