Europa

Columbus

A la caza de Pancho Villa por César Vidal

Estados Unidos persigue ahora a Bin Laden sin éxito. No es la primera vez que las tropas fracasan en una operación de persecución

La Razón
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El 9 de marzo de 1916, el revolucionario mexicano Pancho Villa penetró en el territorio de los Estados Unidos llegando hasta la ciudad de Columbus. Su intención era buscar a un residente de esta ciudad llamado Sam Revel. El citado Revel se dedicaba al tráfico de armas y había estafado a Villa ya que, tras recibir una importante suma en oro, no le había entregado el alijo acordado. Las fuerzas de Villa se dedicaron a recorrer las casas de la población en busca de Revel con la intención de ajustar cuentas. No lo encontraron porque, apenas unas horas antes, el traficante se había encaminado a la ciudad texana de El Paso. Sin embargo, los ciudadanos de Columbus no estaban dispuestos a tolerar aquella expedición y abrieron fuego sobre los mexicanos. El resultado fue una verdadera batalla campal en la que murieron ocho soldados norteamericanos y diez civiles –dos de ellos mexicanos– y las tropas revolucionarias sufrieron setenta y tres muertos y siete prisioneros.

En apariencia, los ciudadanos de Columbus habían dado una lección a Villa, pero lo cierto es que todo el centro de la ciudad quedó arrasado por las llamas y, además, los atacantes se llevaron ochenta caballos, treinta mulas y trescientos fusiles. A esas alturas, el Gobierno de Estados Unidos ya había decidido que, en el curso de la revolución mexicana, iba a respaldar a Carranza y no a Pancho Villa y el 14 de marzo – es decir, hace noventa y cinco años–, un contingente del Ejército norteamericano entró en México persiguiendo a Villa con la intención de aprehenderlo y juzgarlo en territorio norteamericano como a un bandido.


En no escasa medida, la expedición constituyó un ensayo de material y mandos para la entrada de Estados Unidos en la I Guerra Mundial, un hecho que tendría lugar al año siguiente.

Eisenhower y Patton

La expedición de castigo la mandaba el general Pershing, a cuyas órdenes estarían las fuerzas norteamericanas en Europa, y entre los oficiales a su mando se encontraban dos jóvenes tenientes llamados George S. Patton y Dwight D. Eisenhower. Por añadidura, las tropas iban dotadas con el material más moderno y sofisticado. A pesar de todo ello, Villa logró eludir vez tras vez a sus perseguidores demostrando una rara capacidad para oponer el conocimiento del terreno a la superioridad numérica y técnica.

A pesar del uso de la aviación y de fuerzas motorizadas, el 17 de febrero de 1917 las fuerzas de Pershing se vieron obligadas a retirarse sin haber logrado capturar a Villa. De la expedición sólo quedaría el hecho de haber llevado a Estados Unidos a treinta y tres prisioneros mexicanos que fueron indultados con posterioridad y el rodaje de una de las mejores películas de Gary Cooper: «Llegaron a Cordura».

Fue, sin duda, un magro resultado para aquel despliegue de poderío militar, así como una lección de lo que puede suceder a ejércitos que se mueven en un terreno hostil.