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La sombra de la mafia

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ROMA- Italia rememoró ayer la época más oscura del terrorismo con el atentado que sufrió el instituto de formación profesional Francesca Morvillo Falcone de la ciudad sureña de Brindisi, en el que murió la estudiante de 16 años Melissa Bassi y resultaron heridos de gravedad otros cinco jóvenes. Una de ellas, Veronica Capodieci, se encuentra en situación crítica. El ataque tenía como objetivo causar el mayor número posible de víctimas entre los estudiantes del centro, la mayoría adolescentes. La explosión se produjo a las 7:45 horas de la mañana, cuando los chicos se preparaban para entrar en clase, pues los sábados son también lectivos en Italia. A esa hora un temporizador hizo detonar un artefacto explosivo fabricado de forma artesanal con tres bombonas de gas, colocadas en un muro cercano a una de las puertas del instituto. El número de muertos podía haber sido mayor pues la bomba estaba preparada para explotar a las 7.55 horas, cuando se hubieran encontrado aún más estudiantes en los accesos al centro.

Aunque de momento no se sabe quién está detrás del ataque, hay tres indicios que señalan a alguna de las organizaciones criminales del país. El primero es que dentro de tres días se celebra el veinte aniversario del asesinato por parte de Cosa Nostra del juez antimafia Giovanni Falcone. Su esposa, Francesca Morvillo, que pereció junto a él en el atentado, da nombre al instituto de Brindisi, lo que supone la segunda pista. La tercera es que precisamente ayer estaba previsto que en esta ciudad se celebrase una manifestación contra el crimen organizado.

No se descarta ninguna pista
Según explicó el fiscal antimafia Cataldo Motta, la investigación sobre la autoría no excluye ninguna posibilidad, aunque «podría no tratarse de una organización mafiosa». Tanto si han sido estos criminales como terroristas ajenos los responsables del ataque de ayer, es evidente que la acción tiene al menos un objetivo claro: sembrar el pánico en la sociedad y aumentar la sensación de debilidad del Estado. Como ocurre en otros países europeos, la mayor parte de los italianos están desengañados con la clase política, sofocados por la crisis y desconfían de la labor del Gobierno. Una acción tan dura como supone poner una bomba en la puerta de un instituto hace temer, además, que se trate sólo del inicio de una ola de terrorismo indiscriminado. El Ejecutivo de Mario Monti contempla esta posibilidad, como demuestra el hecho de que esta semana anunciara el despliegue de 20.000 policías para proteger probables objetivos de los terroristas. Otra posible explicación del ataque al «Francesca Morvillo Falcone», ofrecida por algunos criminólogos, es que sea una acción aislada de un desequilibrado. Aunque la historia italiana contemporánea es rica en episodios de terrorismo, se trata de la primera vez que una bomba golpea una escuela. Tras la explosión, el ambiente en la entrada del instituto era de pesadilla. «Había cuadernos y libros empapados de sangre, objetos destrozados. Los muchachos estaban tirados por el suelo con las caras ennegrecidas y los libros ardían. Era una escena terrorífica», describía la situación un funcionario del juzgado, que se encuentra frente al centro educativo. Selena, superviviente del atentado e íntima amiga de la víctima, decía que «había visto la muerta a la cara» y que «no quería ir más a la escuela».

La acción terrorista dejó en estado de «shock» a toda Italia, donde se produjeron numerosas concentraciones en repulsa de lo sucedido. El primer ministro, Mario Monti, dijo desde Estados Unidos, donde está participando en la cumbre del G-8, que el Gobierno responderá con «firmeza y determinación» a estos crímenes y deseó que el país «esté más unido que nunca en estos momentos».