Roma
Washington queda al descubierto
La mayor filtración de documentos secretos de la historia de la diplomacia estadounidense, nada menos que un cuarto de millón de cables entre el departamento de Estado y 270 legaciones americanas, la mayoría de ellos referidos a los tres últimos años, deja al descubierto la estrategia, en ocasiones cándida, de la política exterior de Estados Unidos.
Aunque los «cables diplomáticos» no tienen la catalogación de «alto secreto», muchos de los 250.000 documentos son considerados secretos y buena parte revela el giro que la Administración Obama dio a la visión exterior americana ya, que fueron emitidos a partir del pasado mes de febrero.
Entre los asuntos más espinosos destacan las instrucciones que la Administración –tanto Condoleeza Rice durante el Gobierno de George W. Bush como Hillay Clinton en la actualidad– dio a sus diplomáticos para que ejercieran de espías y recolectaran información de personas en el extranjero y en Naciones Unidas. Así, el departamento de Estado habría pedido a su personal diplomático y consular que obtuviera desde datos de las tarjetas de crédito y horarios de trabajo de otros mandatarios o políticos, tanto aliados como «enemigos», hasta sus iris oculares, huellas dactilares, ADN, números frecuentes de vuelos o detalles de sus vehículos. Adicionalmente, se requerían las contraseñas y llaves encriptadas de acceso a los sistemas informáticos de los mandatarios de la ONU.
Los documentos airean además las presiones ejercidas por el rey saudí Abdullah, los estados árabes e Israel para que EE UU lanzara un ataque contra Irán con el objeto de paralizar su programa nuclear. En un cable de abril de 2008 redactado por la embajada en Ryad, se destacan las «continuas sugerencias del rey Abdullah para cortar la cabeza a la serpiente» iraní. Las informaciones recogidas durante estos años por las legaciones en Oriente Medio destapan también que se mantiene el apoyo financiero de donantes saudíes a Al Qaida y la consideración de «inestable y loco» con la que la el consulado de Dubái etiquetaba en enero de 2006 al presidente iraní Ahmadineyad.
Pese a que los textos no muestran nada especialmente sensible, sí evidencian los planteamientos de EE UU y los cambios de rumbo ante la evolución de las crisis. Por ejemplo, en uno de los cables el secretario de Defensa, Robert Gates, asegura que un ataque contra Irán sólo retrasaría tres años el hecho de que Teherán dispusiera de armas nucleares.
También se destapan presuntos lazos entre el crimen organizado y el Gobierno ruso, así como ciberataques contra EE UU y sus aliados por parte de agentes del Gobierno chino.
Ataque cibernético contra la web
Los interesados en que Wikileaks no publicara ayer sus últimas filtraciones eran muchos. Seguramente por eso el servidor de la web se convirtió ayer en objetivo de un ataque masivo, como denunciaron los responsables de la página a través de su perfil de Twitter. El ciberataque ocurrió pocas horas antes de que la web hiciera públicos los últimos documentos, que finalmente destaparon los cuatro periódicos que habían accedido previamente a los mismos. El acceso a la página permaneció bloqueado durante varias horas y los informáticos de la web no pudieron identificar el origen del ataque; aunque después de que el Gobierno de EE UU se pusiera en contacto con varios países para advertirles de la sensibilidad del material, podría haber sido cualquiera.
Perlas de los informes
«El emperador desnudo»
Que el presidente Obama no muestra ninguna «conexión emocional con Europa» se desprende de los comentarios sobre algunos de los principales líderes de la UE. Sarkozy es «un emperador desnudo» y Angela Merkel «parece de teflón». En el mundo actual, para Washington, Europa es un «actor de segundo plano» frente a Asia.
Fiestas salvajes y amistad con Gadafi
Averiguar qué pasa en las «fiestas salvajes de Berlusconi», como las califican los cables desde Roma, ocupa mucho tiempo a los informantes de Washignton. Tampoco es de su agrado la estrecha relación del jefe de Gobierno italiano con el presidente de Libia, Gadafi, o con el ruso, Putin, a quien califican de «macho Alfa».
«El completo paranoico»
No hay muy buena opinión en Washington de su aliado afgano, el presidente Karzai, a quien se califica de «completo paranoico», que ve peligros por todas partes. Tampoco del resto de su Gobierno. Del vicepresidente, Ahmed Zia Masud, se dice que sacó de Afganistán 52 millones de dólares sin declarar, en un viaje a Emiratos Árabes.
El nuevo Hitler de Oriente Medio
Los cables cifrados que se refieren a Ahmadineyad le califican de «nuevo Hitler» y revelan que, más que a Israel, el iraní debe temer a los árabes. Los líderes de Qatar, Arabia Saudí y Jordania piden directamente su cabeza por «el daño que está haciendo». Pero el secretario Gates dice que un ataque sólo retrasaría su programa nuclear.
Dudas sobre su «estado mental»
La presidenta de Argentina, Cristina Fernández, entra en el mismo saco que los «populistas» iberoamericanos como Hugo Chávez o Daniel Ortega, que no son precisamente gratos a la Casa Blanca. Pero de la argentina se llega a insinuar que tiene «problemas mentales» y se pide un informe sobre su estado de salud.
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