Lisboa
Cavaco Silva reelegido presidente de Portugal en primera vuelta
El candidato conservador portugués arrasa en unas presidenciales marcadas por una abstención del 53%
El jefe de Estado portugués, el conservador Aníbal Cavaco Silva, proclamó ayer su victoria en las presidenciales como una «derrota de la calumnia» y anunció que luchará contra el endeudamiento externo de su país.
Durante un discurso pronunciado tras confirmarse su reelección en primera vuelta con un 53% de los sufragios, Cavaco anunció que «cooperará» con las demás instituciones, en alusión al Gobierno socialista del primer ministro José Sócrates. Pero declaró también que sus «prioridades inmediatas» serán el desempleo, la «contención del endeudamiento externo» y el refuerzo de la competitividad de la economía lusa, que sufre una grave crisis y el acoso de los mercados financieros por la posibilidad de un inminente rescate financiero.
Cavaco, de 71 años, agregó que en los próximos cinco años ejercerá una «magistratura de influencia» para luchar contra la pobreza y los problemas sociales del país, para que «a ningún portugués» le falten los cuidados de salud, la enseñanza y el sistema de justicia.
«Portugal lo primero», resaltó el jefe de Estado en un discurso en el que atacó, sin nombrarlos, a los otros cinco candidatos presidenciales, de distintas facciones y partidos de izquierda, que le hicieron blanco de críticas sobre su patrimonio financiero e inmobiliario. «Los portugueses supieron ver de qué lado estaba la verdad», afirmó Cavaco al considerar que su elección es un triunfo «sobre la calumnia» y que fueron derrotados democráticamente por el pueblo quienes optaron por «un camino de mentiras» y no el debate de ideas.
Las duras palabras del reelegido presidente conservador tenían como blanco principal al candidato del gubernamental partido socialista, el poeta Manuel Alegre, que poco antes había reconocido su derrota con un 19,6% de los sufragios. Alegre lanzó en su campaña las más duras críticas a Cavaco y le pidió explicaciones sobre su patrimonio, pero el jefe de Estado, que criticó a los periodistas que se hicieron eco de las «calumnias», optó por no responder.
Anoche, sin embargo Cavao censuró los métodos «impropios» de la democracia empleados por los candidatos derrotados y recalcó que él hizo una campaña positiva en la que, además, nunca prometió lo que no puede cumplir y buscó el apoyo de quienes «creen» en Portugal. «Hay vencedores y derrotados», proclamó el presidente, que fue primer ministro entre 1985 y 1995 con el ahora principal partido de la oposición, el Social Demócrata (PSD).
«Un momento muy difícil»
Cavaco, que seguirá en el palacio presidencial de Belém hasta 2016, resaltó también el «momento tan difícil» que atraviesa Portugal y su voluntad de contribuir a que «encuentre un rumbo».
Pero estas elecciones presidenciales pasarán también a la historia de Portugal por haber registrado una alta abstención, de casi un 53% frente al 38,74 de los comicios anteriores, en 2006. Durante la jornada electoral se produjeron además fallos en el sistema informático y en la utilización del carné digital de ciudadano, necesario para votar, que según portavoces de la Comisión Nacional de Elecciones (CNE) pudieron perjudicar el sufragio, aunque el Gobierno aseguró que no fueron causa de la elevada abstención.
Los aspirantes con menores posibilidades de ganar la elección, según los sondeos previos, dieron al final una sorpresa y sumaron más votos de lo esperado, un 26% en total, con el médico Fernando Nobre, que superó el 13 %, en cabeza. Estos cuatro candidatos, procedentes de la izquierda, restaron al final más votos a Alegre que a Cavaco, pese a que su objetivo común era forzar al jefe de Estado a una segunda vuelta.
Francisco Lopes, respaldado por el Partido Comunista, quinta fuerza parlamentaria, logró un 7%, y el diputado de Madeira José Coelho, del pequeño partido Nueva Democracia, un 4,3 %. Por último el diputado socialista y ex alcalde de Viana do Castelo, Defensor Moura, que se presentaba como independiente y sin el apoyo de su partido, fue votado por el 1,6% de los electores.
En el punto de mira de los mercados
Con una población de 10,7 millones de habitantes y una renta per cápita de 16.886 euros, Portugal es uno de los países más afectados por la crisis financiera. Tras el «boom» económico que produjo el ingreso del país en la Comunidad Europea (CE) en 1985 y la moneda única en 2002, Portugal atraviesa un periodo de declive que ha hecho que el desempleo alcance un desconocido 11%. El elevado déficit público y el endeudamiento doméstico, uno de los mayores de la UE, han convertido a Portugal en un eslabón débil de la Eurozona. Los especuladores apuestan para que Lisboa siga los pasos de Grecia e Irlanda y se vea obligada a pedir el rescate financiero de la UE y el Fondo Monetario Internacional. Para calmar a los mercados, el Gobierno socialista de José Sócrates, en minoría desde 2009, ha puesto en marcha impopulares recortes en pensiones y salarios de funcionarios para reducir el déficit público, que en 2010 cerró en el 7,3%. Muy lejos del 32% de Irlanda, pero más del doble del límite de Maastricht. Mientras las autoridades tratan de escapar de la crisis de la deuda soberana, Portugal presenta la mayor diferencia entre ricos y pobres de los Veintisiete.
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