Arabia Saudita
Religión única
El pasado viernes, LA RAZÓN informaba exhaustivamente de las persecuciones a las que hoy en día están sometidos los cristianos en buena parte del mundo. Hay modelos políticos de limitaciones y opresión legal, como en China, y luego están los países musulmanes.
En algunos de éstos, como en Arabia Saudita, la opresión legal va justificada por la ley islámica o sharía. En otros existía una relativa tolerancia, que había permitido la subsistencia durante siglos de comunidades cristianas. Esta tolerancia está desapareciendo rápidamente (las comunidades judías fueron las primeras en caer). La tendencia data del renacer del radicalismo islamista: la tolerancia hacia las minorías cristianas –aunque sea al modo islámico: sin ceremonias públicas ni posibilidad de proselitismo– permite calibrar hasta qué punto el radicalismo ha acabado con el Islam tradicional. Allí donde éste resista, habrá comunidades cristianas. Allí donde se vayan haciendo con el poder los radicales, los cristianos estarán en retroceso. El panorama, por el momento, no se presta al optimismo. Si las cosas siguen como hasta ahora, se habrá creado un bloque monolítico gigantesco –basta con ver el mapa– con una religión única. Lo que parecía la utopía de unos fanáticos radicalizados está cada día más próximo. La tendencia nos compromete porque viola los más elementales derechos humanos: las atrocidades que se están cometiendo un día tras otro nos deberían llevar a pensar seriamente en cómo afrontar este problema. Además, la creación de territorios con una única religión está articulada en una estrategia de mayor alcance todavía. Es obvio que el movimiento no se va a quedar ahí, y que va a ser –ya lo está siendo– la plataforma para nuevas formas de enfrentamiento. Si en plena globalización se consigue desterrar cualquier religión que no sea la propia, no es tan descabellado imaginar que se está en condiciones de alcanzar un poder aún mayor. La libertad religiosa es la clave del futuro de toda la humanidad. Los mártires cristianos que hoy están dando la vida lo están haciendo, literalmente, por la libertad de todos.
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