Cataluña
El 12 por ciento de los catalanes es consumidor de alcohol de riesgo
La prevención es clave porque pueden llegar a ser enfermos crónicos
BARCELONA– Es el segundo factor de riesgo de enfermar, tiene hasta 60 patologías asociadas, es la causa del 50 por ciento de los trasplantes de hígado, además del 10 por ciento de las urgencias hospitalarias como mínimo, provoca entre el 6 y el 7 por ciento de las muertes y sólo en Cataluña genera un gasto en materia sanitaria de 633 millones de euros cada año. Es el consumo de alcohol. Reducir esas cifras pasa tanto o más por prevenir el consumo de riesgo como el excesivo. Y es que, mientras el 4,3 por ciento de los europeos es alcohólico, 40 millones son consumidores de riesgo.
En Cataluña se calcula que entre un 10 y un 12% de los ciudadanos tiene interiorizadas pautas de consumo que podrían llevarlo a enfermar. De hecho, según la conselleria de Salud, el 15% de las personas atendidas en los centros de atención primaria son consumidores de alcohol de riesgo. ¿Pero qué es un consumo de riesgo? Los expertos señalan que tomar más de 28 unidades de bebida estándar (UBE) –lo que equivale a una caña de cerveza o a un vaso de vino– a la semana o bien seis UBE en una misma ocasión es consumo de riesgo. Superadas estas medidas, la posibilidad de tener una enfermedad asociada al alcohol se multiplica por dos.
«El consumidor de riesgo no es un enfermo alcohólico, pero puede llegar a serlo», apuntó ayer Joan Colom, subdirector general de Drogodependencias de la Generalitat. En este sentido, la conselleria de Salud viene trabajando en la prevención de este tipo de consumidor desde el año 2002. El proyecto «Bebed menos», desarrollado por los profesionales de atención primaria, se ha mostrado efectivo y clave en esta línea. El 20 por ciento de los casos de consumidores de riesgo detectados han logrado abandonar sus hábitos. ¿Cómo se realiza esta detección? Durante la visita, el médico o el enfermero pregunta de forma cordial cuáles son los hábitos de consumo del paciente. Si da «positivo» en sus respuestas, el profesional aporta sus reflexiones para que «el paciente salga se vaya a casa con la mosca detrás de la oreja», explicó Colom. Se evita la agresividad o la imposición de mensajes en contra del alcohol.
Actuar antes y mejor
A este tipo de acciones médicas se las denomina «breves intervenciones». La experiencia catalana, entre otras, ha mostrado que «la detección y orientación en la atención primaria es muy rentable por la poca inversión que supone y por que se ahorran en el futuro», señaló el jefe de la Unidad de Adicciones del Hospital Clínic, Antoni Gual.
Ahora, cinco países europeos, entre los que consta España, se han unido para analizar a través de un ensayo clínico cómo mejorar estas intervenciones y su implementación, analizando qué incentivos –tiempo, recursos y formación– debe darse al médico, entre otros aspectos. Es el proyecto ODHIN que Gual y Colom presentaron ayer en el marco del II Internacional Meeting.
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