Hollywood
Un guionista muy poco complaciente con Hollywood
Madrid- Gore Vidal no se dejó domesticar, como no podía ser de otra manera, por la mentalidad complaciente y acomodaticia de los grandes estudios de Hollywood en los años 50. Al revés, dejó su impronta de intelectual valiente y desacomplejado –sobre todo en la forma de abordar los sinuosos y complejos resortes del deseo– en dos obras capitales del cine: «Ben Hur» y «De repente, el último verano», ambas de 1959. Autor de ambos guiones –aunque su trabajo en «Ben Hur» no figure en los títulos de crédito–, Vidal abordó la homosexualidad y trató sus aspectos más complejos, e incluso sórdidos, con una sutileza y una sofisticación excepcionales. Quizá se podría haber dicho lo mismo de la controvertida «Calígula» (1979), de Tinto Brass, si no fuese porque el productor reescribió su guión original para luego retomarlo y transformarlo en un pastiche al margen de la voluntad de Vidal.
Su interés por la Historia encontró su reflejo en los guiones de «I Accuse!» (1958), sobre el caso Dreyfuss, y «¿Arde París?» (1958), en la que colaboró con Francis Ford Coppola. Su último trabajo fue en la decepcionante «El siciliano» (1987), de Michael Cimino.
Algunas de las obras de Vidal también fueron adaptadas al cine como «El zurdo» (1958) –en la que el director Arthur Penn y los estudios eliminaron los rasgos homosexuales del protagonista– y la decepcionante «Myra Breckinridge» (1970) sobre el cambio de sexo. Como actor, o interpretándose a sí mismo se le puede ver en «Ciudadano Bob Roberts» (1992) y «Gattaca» (1997), entre otras.
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