Artistas
María del Monte retoma las sevillanas por Jesús Mariñas
Ese gran galán que es Gonzalo Miró repitió lo mismo una y otra vez sobre su supuesta novia durante el ya tradicional maridaje del tan burbujeante Mumm francés maridado con las ostras gallegas, bien redondas y planas, combinadas con alguna japonesa, que de todo había en la viña del Señor. Los «Magnus» eran amontonados en la bañera de la suite principal del Hotel Santo Mauro, donde se celebró el evento la semana pasada, la antigua residencia de los Santa Cruz, propietarios del palacete que Catalá transformó en lo más «chic» de la hostelería madrileña. Solicité ver las habitaciones que ocuparon en su momento David Beckham y Victoria, y amablemente me complacieron. Fue entonces cuando pude comprobar que la bañera estaba repleta de botellas. También descubrí que el dormitorio no es excesivamente grande y que tiene un pasillo separado del edificio principal por un jardincillo, prueba evidente de cómo y cuánto miente, inventa y fabula Anita Obregón. Con tal disposición arquitectónica, allí nunca pudo coincidir con el jugador bajando la escalera como contó fantasiosa en «La Caja Deluxe» de Telecinco. Otra de sus ocurrencias.
Según me refirieron algunos de los responsables de la cita, al menos cinco de los invitados que posaron en el photocall lo hicieron previo pago. Daré algunos nombres y ustedes resolverán el jeroglífico. ¿Serían las Lapique en versión corregidor, madre e hija mayor? Quizá, quizá. ¿O acaso las hermanas Osborne, siempre tan agradables y vistosas? Podría ser. El que no guardó miramientos en reconocerlo fue Gonzalo Miró, y tiene un precio alto. «Os precipitáis anunciando que tengo algo con Ana Isabel Medinabeitia», dijo con una sonrisa vaciladora refiriéndose a la presunta relación con la mujer en la que también se fijó Iker Casillas antes de comenzar su noviazgo con Sara Carbonero. Aseguran que fue un flechazo a raíz de su encuentro hace unos meses en un restaurante de La Moraleja. Miró no ha tenido demasiada suerte en las relaciones sentimentales. Tras el desastre con Natalia Verbeke llegó la duquesita de Montoro y más tarde Amaia Montero, con quien duró poco más de un verano.
Gentes y amoríos de copla, dignos de unas sevillanas como las que ahora retoma María del Monte. Ha estado ocho años sin grabar, mientras trabajaba en programas de televisión de donde la descabalgaron en pleno éxito. El día 29 estrena su nuevo disco de sevillanas en la librería de la sevillana calle Sierpes. «Cántame» marcó una época y renovó unos aires donde El Pali fue único. Por suerte, María va superando poco a poco la muerte de su padre, que hasta ahora le impedía retomar el género que la impulsó. Cántame.
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