París
Experiencia
Oscar Wilde, poeta, dramaturgo y novelista irlandés, uno de los escritores más brillantes de la literatura mundial,en cuya obra fustiga las hipocresías de la sociedad con su peculiar ironía y elegancia, tras sufrir la incomprensión, la envidia y hasta el rechazo de sus propios hijos,estar condenado a dos años de prisión y trabajos forzados por ser diferente, por dejarse llevar por los impulsos del amor a ciudades prohibidas por las costumbres fanáticas y progresistas de su época, verse obligado al exilio en París, aficionarse a la bebida, quebrantarse su salud y tener que cambiarse el nombre por el de Sebasatian Melhmoth, incisivo y mordaz para los más puritanos,afirmaba:Experiencia es el nombre que todos dan a sus propios errores. ¿Quién no ha cometido y comete algún error,muchos errores durante su vida? Siento un escalofriante pánico al escuchar a determinados «honrados» gobernantes, cuando nos asesoran con sus experiencias, con la de sus progenitores y hasta con la de los que en sus mismas circunstancias han actuado como ellos.¿Así tratan de justificarse? Al entrar en algunos templos religiosos y ver esculpidos en piedra a ciertos caciques que no se han distinguido precisamente por su moralidad sino por su conducta escandalosa, pero han tenido el suficiente poder para que sus agradecidos y estúpidos beneficiados les inmortalicen hasta después de muertos, me formulo la pregunta de rigor: ¿Los guardianes y virtuosos de las buenas costumbres qué desean hacernos creer? ¿Juegan con la gente sencilla que sólo por intereses que nada tienen que ver con el propio ser humano? Equivocarse no es malo, es propio del hombre. Aplicar la experiencia es bueno para no repetir las equivocaciones de los políticos todopoderosos, que no rectifican para seguir manipulando. La gente tiene los ojos abiertos sin precisar la experiencia diseñada como bastón de un ciego.
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