Castilla y León

OPINIÓN: A Ortega Lara

La Razón
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Estos días se han cumplido quince años de tu liberación. Soy consciente de que, ante el que ha sufrido, uno debe callar. Nunca podrán estar las palabras de un hombre a la altura de un dolor que no ha sufrido en su propia carne. Pero el dolor es ciego y necesita voces que lo guíen. Y la voz existe porque hay algo que decir aunque no sea nada, apenas una palabra de aliento, una de esas palabras cuyo sentido se reduce a hacerse presente.
Por eso, en estos días de recuerdos y de olvidos necesarios, te imagino poniendo tu granito de arena en esa historia que el final de la pesadilla terrorista puede haber abierto ya entre nosotros. Inmensa es la dificultad que entraña empezar. Empezar algo nuevo es tan difícil porque, para empezar, hay que poner término primero a lo que se traía entre manos. No hay principio sin término ni término sin principio. Y yo me pregunto, con todo el respeto que me merecen las víctimas entre las que te cuentas, si la dificultad para reconocer, hoy por hoy, el final de la violencia terrorista no es, en el fondo, la dificultad que entraña siempre empezar algo nuevo, el principio de una convivencia en paz.
Mucho que ver con tamaña dificultad tienen seguramente los procesos de mediación y los gestos de perdón. Cuesta aceptar la razón aducida por la hermana de Gregorio Ordóñez para eludir la posibilidad misma del perdón: que la capacidad de perdonar pertenece en exclusiva al difunto. Empezar algo nuevo es una tarea que nos concierne a todos: a los verdugos y también a las víctimas. Gracias por tu esfuerzo.