CRÍTICA DE CINE / «Invasion a la tierra»: Marcianos en tiempos de guerra

La historia siempre acaba repitiéndose o recordando peligrosamente episodios pasados: en 1951, el público de EE UU hacía colas enormes para ver «Ultimatum a la tierra» y sentir en carne propia el horror ante la posibilidad de una hipotética invasión alienígena. Era lo que les faltaba. Truman, aquel presidente demócrata tan campechano que aprobó los bombardeos atómicos a Japón, acababa de ordenar la intervención militar de éste en Corea del Sur. Hoy, 60 años después, Hollywood regresa de nuevo, y todas las que faltan, al cine de marcianos colonizadores con otro político simpático y del mismo partido liderando una contienda armada. Lejos de la excelente versión de «La guerra de los mundos» spielbergiana o la innovadora vuelta al calcetín que supuso «Distrito 9», y aunque tampoco caiga en las situaciones bochornosas de «Independence Day», la cinta rebosa tópicos (desde el mismo arranque, con el marine traumatizado por la muerte de su batallón que busca redimirse como sea), estridentes subrayados musicales, largas, increíbles parrafadas de aliento mientras el planeta se viene abajo, héroes anónimos y con nombre propio (esta vez hay uno hispano)... A ritmo de ordenador endiablado, y más cerca del género de la acción que de la ciencia ficción pura, estén tranquilos, sin embargo, los fans: la reconquista ha empezado.