Actualidad
Moebius el cómic no soñará más
El genial historietista francés, creador del Teniente Blueberry y de crónicas de fantasía como «El Incal» y «Mayor Fatal», fallece a los 73 años
Día de tinta negra para un doble luto. Ayer murieron dos autores irrepetibles, dos dibujantes de culto que han definido la evolución del cómic europeo en los últimos cuarenta años. Los dos compartirán esquela sin que mucha gente entienda bien que Gir y Moebius habitaron un único cuerpo, un hombre de 73 años que finalmente no ha podido vencer al cáncer. «Moebius y Gir; Gir y Moebius. Podría decirse que tanto monta, monta tanto, pero no es así. Son dos personas en una, dos seres diferentes pero unidos; dos dibujantes distintos que necesitan el uno del otro para definir a un autor llamado Jean Giraud». Arrancaba así «Gir/Moebius», acertado estudio de Lorenzo F. Díaz (Sins Entido, 2004). Jean Giraud, su nombre en esta dimensión, pertenecía al planeta Tierra. Nació en ese cercano país llamado Francia y pronto demostró su talento para el género en acrónimos que se ha venido a llamar «BD», «bandes desinées», lo que en España llamamos tebeos. La «BD» de los 70 y 80 era realista, aventurera, madura y audaz. Y en ese terreno, Giraud fue el maestro y el Teniente Blueberry su gran creación.
Pero el fascinante ente dual que nos ha dejado entró y salió durante años de otra dimensión –acaso tuviera un aleph borgiano o incluso un portal de energía en algún lugar de su hogar–, un universo propio en el que era Moebius. Como las «bandas» homónimas –ese «ocho» infinito que vuelve sobre sí mismo engañando a la percepción y desafiando a la lógica–, las obras del dibujante se construyeron sobre la paradoja. ¿Pueden existir los universos alternativos de detallada poesía visual de sus delirantes breverías reunidas en las tiras setenteras de «¿Es bueno el hombre?» y «Arzach»? Sin duda no, pero los caminos de la ciencia-ficción a la que Moebius fue fiel, sobre todo gracias al espacio que le brindó una revista de referencia, «Metal Hurlant», eran casi tangibles. El lector de mente abierta recorre, encaramado a lomos de un pterodáptilo o de una saurio alienígena, ciudades, paisajes, choques de civilizaciones que configuran un lenguaje fantástico propio. Su huella llama a nuestras puertas: un filme como «John Carter», recién estrenado, le debe casi tanto a la influencia del dibujante francés como al padre de la historia, Edgar Rice Burroughs. Moebius redefinió la estética de la ficción fantástica, en solitario, con fábulas futuristas como la saga de «Mayor Fatal», de donde surgió otro de sus protagonistas más celebrados, Grubert, que atraviesa viñetas y realidades con su salacot y su rifle.
Junto a Jodorowsky
Pero creó también en compañía, señaladamente la del psicomago, poeta, sanador y mil cosas más Alejandro Jodorowsky, de cuya pluma salió «El Incal» (1981), obra maestra por más que según se avanza por sus páginas cada vez se entienda menos de la peripecia alienante-astral-iniciática del detective John Difool. Los lápices de Moebius, creadores de futuros siempre originales pero siempre identificables, igual creaban para su amigo chileno –con quien continuó su éxito en «Después del Incal»– que lo hacían para el «pater» de Marvel, Stan Lee, en una entrega solitaria de Estela Plateada titulada «Parábola» (1988) que es ya historia del cómic.
Ha muerto Moebius y con él se ha llevado a Gir, para el que fueron el reconocimiento y las ventas, al menos en Europa y al comienzo de su carrera. Giraud comenzó a poner tinta en 1963 a los guiones de Jean-Michel Charlier para una larga serie que cambió el concepto del «western», protagonizada por prófugo confederado convertido en militar nordista, el Teniente Blueberry; un tipo rudo y aventurero con el rostro de Jean Paul Belmondo y a la altura de otro gran héroe europeo, el Corto Maltese de Hugo Pratt. Hasta la muerte de Charlier en 1989, Blueberry fue fiel a los lectores: 26 álbumes.
Después, Giraud asumió la escritura y el dibujo hasta 2007. Los abruptos cañones que invitaban a pensar en Colorado o en la Almería del «spaghetti western» tuvieron otra inspiración: México, país que Giraud conoció bien pues allí vivió su madre. El western, en Giraud, era un universo de pueblos de madera gastada, tierra amarilla y pistoleros de tez oscura.
El mismo año, 1963, que nació Blueberry en las páginas de la revista «Pilote», con René Goscinny al frente, vio la luz también el alter ego de Giraud. Moebius dio sus pasos iniciáticos con tiras cómicas –«Hara Kiri»–, pero pronto su personalidad creativa arrolladora pidió paso en experiencias como «La desviación» o «Pesadilla blanca». Entre medias, el cine se fijó en él: colaboró en la pesadilla gótico-espacial «Alien», de Ridley Scott, en la fantasía marina «Abyss» de James Cameron y en el diseño de la odisea tecnológica de Disney «Tron». Y más: «Willow», «Masters del universo»...
Moebius y Jodorowsky quisieron ver en «El quinto elemento», de Luc Besson, para la que también realizaron diseños, algo más que mera inspiración en «El incal», pero la Justicia no les dio la razón. La historia, en cualquier caso, ya le ha puesto en su sitio; a los dos, Moebius y Gir. Sus páginas no se perderán como lágrimas en la lluvia, porque seguirán siendo devoradas por los amantes del cómic.
El detalle
FRENTE A SÍ MISMO
En «Inside Moebius» (abajo), alocada joya escrita entre 2000 y 2010, el dibujante protagoniza sus viñetas, metido en su propia mente, obsesiones e imaginaciones. Moebius abordaba el consumo de cannabis y su existencia como autor dual, topándose cara a cara con su alter ego Gir. Sabía que se moría y dijo adiós de forma genial: dando rienda suelta a su creatividad y autoanalizándose con una gran novela gráfica.
✕
Accede a tu cuenta para comentar