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Carré Otis un regreso a lo grande
El mismo rostro anguloso, ojos de tigresa, sensualidad vital, coquetería y un cuerpo escultural, pero con más curvas, personalidad y actitud. Así se ha mostrado la modelo estadounidense Carré Otis en su regreso a las pasarelas como bandera de la «mujer real». Después de varios años en la trastienda de la moda, Elena Miró volvió el miércoles al calendario oficial de la Fashion Week de Milán, con su colección de invierno 2012-2013, para demostrar, una vez más, que el glamour no está reñido con el tamaño y que la belleza no entiende de tallas. Y qué mejor forma de romper con todos los tabúes que con la exuberante belleza de quien fue imagen de grandes diseñadores como Calvin Klein o Guess en los años 90. Tras siete años de ausencia y algún kilo más, Carré se ha convertido, del puntal de Miró, en un icono de la mujer con curvas. «Fue un honor que Elena me llamase, pero ha sido una excepción. Acepté porque su proyecto es bueno», aseguró Otis a LA RAZÓN. Conoce mejor que nadie la influencia que el mundo de la moda ejerce sobre las féminas, y por ello agradece que Miroglio represente los atributos de las mujeres de la calle: «Hace que éstas se sientan a gusto con ellas mismas al vestir sus diseños».
La leyenda del mundo de la moda puso el broche de honor y desfiló al final con la ligereza de quien está completamente alejada de complejos. A sus 43 años, Otis parece haber encontrado el equilibrio, y muestra de ello es el derroche de felicidad en cada gesto. «Mi belleza proviene de mis dos hijas y mi marido, que llenan de plenitud mi vida», respondió ante los piropos de los periodistas. Vistió con naturalidad un ajustado vestido negro con plumas en el cuello y en la parte inferior, a juego con unos zapatos de tacón bajo y resaltando sobre los tonos empolvados nude, metalizados, azules y dorados de la colección.
Un turbulento pasado
Radiante, serena, sin ocultar las huellas que los años han dejado en su rostro, mostrando en cada paso que nada queda de la etapa turbulenta de su vida: anorexia, drogas, alcohol y el matrimonio problemático con el actor Mickey Rourke, junto al que protagonizó la película «Orquídea salvaje». Un pasado que ella misma se encargó de revelar en su libro «Belleza rota: autobiografía». Entre sus líneas, sorprende el trágico relato del accidente con la pistola de Rourke quien según reconoció Otis, «lo ha leído pero no está de acuerdo». Y no es de extrañar, porque las intimidades que desvela Carré no le dejan en buen lugar: «Estábamos en un restaurante cuando por casualidad miré al suelo y me encontré un 357 Magnum al lado de mis pies». Según cuenta, escondió la pistola en su bolso, y una vez en casa, inesperadamente se disparó a sí misma y la bala atravesó el tórax de la actriz. «Me estaba ahogando. Empecé a pedir socorro. Pero a Rourke le preocupaba más que toda esta historia se hiciera pública», explica.
Aunque estos escándalos forman parte del pasado, sus cicatrices aún están presentes, como los múltiples tatuajes que ahora intenta borrar de su piel. Ha experimentado un «viaje espiritual» en el que asegura «haberse descubierto a sí misma lejos de las obsesiones por la apariencia». Por ello, se decidió a colaborar con Miró: «Creo en la mujer con curvas, segura de sí misma y a gusto con su talla», afirmó; y consciente de lo efímera que es la carrera sobre las pasarelas no dudó en hacer un llamamiento a las jóvenes que quieren iniciarse en el mundo de la moda: «No empecéis tan pronto, id a la escuela y adquirid una buena educación, la mujer inteligente es bella». Es la sabiduría de una mujer que llegó a lo más alto de la moda, sucumbió bajo el ojo exigente de la misma y ha regresado para disfrutarla. «Hay un antes y un después en mi vida, he aprendido mucho a lo largo del camino: al principio, mi carrera fue muy estresante, era joven y no tenía voz. Ahora sé que lo importante es ser una misma, no hay que tomarse el trabajo demasiado en serio». De hecho, según ella, las emociones son la única diferencia entre las modelos de talla grande y las top model: «Es un ambiente diferente, aquí se disfruta de la pasarela con bollitos y champán». Ningún desfile deja tan buen sabor de boca como el de Elena Miró.
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