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Álvaro E Tomas Embajador de Panamá en España: «No conozco a ningún gallego pobre en Panamá»

Cuando el presidente Ricardo Martinelli le nombró embajador de Panamá en España sólo tuvo un problema para convencer a su familia: «Se llama Lola Puñales, nuestra perra», recuerda Álvaro E. Tomas. «Mi hijo me preguntó si podría venir con nosotros y cuando le dije que sí no tuvo ningún problema en aceptar él». Terminará su misión diplomática en cuatro años y volverá a trabajar como abogado en Panamá. Pero, hasta entonces, él, su esposa y sus dos hijos esperan conocer mejor «este país tan precioso».

Álvaro E Tomas Embajador de Panamá en España: «No conozco a ningún gallego pobre en Panamá»
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–¿Se siente bien aquí?
–Mi estancia en España es una gran experiencia. No me podría tocar mejor ciudad que Madrid. España tiene áreas en las que tiene un gran liderazgo y es hora de que Latinoamérica lo sepa.

–Veo que España sigue viva en Panamá. Hasta su moneda, el Balboa, recuerda a un español...
–Una de las poblaciones más queridas es la colonia española, que está muy integrada y a la que le ha ido muy bien. Como digo, en broma y en serio, no conozco a gallegos pobres en Panamá. Y no me refiero a gallegos como españoles, sino a gallegos de Galicia. El 90% de la colonia española en Panamá proviene de esta región. Nuestro presidente visitó Carballino durante la cumbre con la UE y nos reíamos de que allí hay más panameños que españoles.

–También van las grandes empresas españolas a Panamá...
–Están entrando con mucha fuerza. Idioma, experiencia... Hay muchos factores para que las empresas españolas tengan ciertas ventajas en mi país. Las mejores pruebas son Sacyr y FCC (ampliación del canal), Mercasa (gestión de mercados) y Transportes de Barcelona (metro de Panamá). Telefónica, Fenosa y BBVA están desde hace años. Estamos encantados de que España encuentre en nuestro país un potencial para hacer negocios.

–¿No han tenido crisis ustedes?
–Hasta 2007 crecimos un promedio del 8%, apoyados en la devolución del canal. En 2009 sí que nos afectó y sólo crecimos un 2,4%. Este año creceremos un cinco o seis por ciento. Estamos haciendo nuestros deberes y en el mundo nos reconocen como un pujante país de empresarios.

–Si son empresarios y no salen bien las cosas, ¿van y me despiden a todo un país?
–Ja, ja, ja... no, no. La empresa privada en Panamá siempre ha sido motor del crecimiento. La muestra de esta cultura es el presidente Martinelli, un empresario exitoso que tiene 8 empresarios entre sus doce ministros. Es un nuevo modelo de administrar el país. Y yo me incluyo ahí. Como dicen en el servicio diplomático, Panamá ha enviado, en vez de diplomáticos con funciones comerciales, comerciantes con funciones diplomáticas.

–¿Pasó de moda el político?
–Parece que en Panamá sí. La política es necesaria pero, como decía De Gaulle, es demasiado importante para dejársela a los políticos. En Panamá nos hemos salido del bipartidismo tradicional. Y el presidente Martinelli es un político no tradicional, un empresario que intenta cambiar cómo se administra el país.

–¿Su Gobierno muestra una alternativa al bolivarianismo?
–No sé si es la alternativa. Un Gobierno empresarial está dispuesto a tomar decisiones, aunque tengan un coste electoral, si cree que redundan en beneficio del país. Así lo han entendido los panameños al votar a Martinelli. Pero en las elecciones cada país tiene la oportunidad de tomar la decisión sobre lo que más le conviene. Para Panamá éste es el modelo correcto en este momento.

–¿Echará de menos el poder Martinelli al acabar su mandato?
–Públicamente él ha dicho que no. Que quiere volver a su empresa cuando termine, y yo le creo. En Panamá no hay reelección ni pretende haber reforma.

–¿Tampoco volverá la dictadura?
–No. Aprendimos la lección. La de Noriega fue una experiencia olvidable. Y los panameños hemos votado democráticamente cinco veces desde que los norteamericanos acudieron para sacar al narcodictador del país. No volveremos a la corrupción a que nos tuvo sometidos Noriega.

–Disculpe un desvío deportivo ¿Béisbol o fútbol?
–El béisbol es influencia norteamericana. Pero el fútbol está tomando fuerza. En Panamá todos los coches tienen una pegatina del Madrid o del Barcelona. Los partidos se siguen con pasión, hasta el punto de que los empresarios saben que si falta un porcentaje alto de la plantilla es que están viendo un partido de la Liga española, por no hablar del clásico.

–Pues van a tener que legislar sobre eso.
–Yo creo que sí. Pero ya ve, el fútbol se está acercando al béisbol.