El «aquelarre» etarra

España con las víctimas de ETA

La Razón
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Durante mucho tiempo, demasiado, parecía que ser víctima del terrorismo era algo que se tenía que esconder. Al dolor infinito de perder a un ser querido o quedar mutilado y con graves secuelas se unía esta «muerte» civil. Algunos proponían que las víctimas no tenían que opinar. Con una grosería incalificable decían que bastaba con resarcirles económicamente por la pérdida. ETA ha sembrado de terror la geografía española durante décadas en una espiral que no consiguió sus objetivos. Hoy asistimos a sus últimos estertores, aunque hay que ser prudentes. La tregua no es una muestra de fortaleza sino de debilidad. Por ello, hay que mantener la presión hasta conseguir la victoria definitiva. Es cierto que hay sectores de la izquierda y las formaciones nacionalistas que se sienten incómodos porque preferirían otra salida. Es inaceptable. No hay dos bandos sino unos que mataban y otros que eran asesinados. Nunca ha sido un conflicto político, sino la expresión criminal de un proyecto totalitario y excluyente.