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Jane Austen y las Brönte mujeres de armas tomar por Francisco Nieva

La Razón
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No se sabe por qué no pasan de moda. Son como un modelo de literatura femenina de una altura inigualable. Se acaban de estrenar dos enésimas películas sobre «Jane Eyre» y de «Orgullo y prejuicio». En ninguna de las varias versiones que yo he podido estimar a lo largo de mi vida se ha cambiado la época y el clima romántico, como es habitual en el cine, y, en el americano, más. ¿Por qué?

Son tan personales, originales y profundas estas escritoras, es tan intensa su vida interior, que imponen su mundo como totalidad visual y ambiental, sus crinolinas, sus echarpes, sus cofias, sus sombreros, sus paisajes, sus brumas, sus parques y sus castillos. Y sobre todo, su hogar. Tanto las Brönte como Jane Austen son el paradigma de la feminidad, pero son unos monstruos que también acogen en su corazón a un «tío con toda la barba». A un tío listo y condenado a ser una mujer. Estas locas divinas seducen al lector masculino por dicha dualidad.

Condenadas a ser mujeres, lo son de un modo encantador, pero se juzgan y se comparan con el omnímodo poder masculino de su tiempo. Y el resultado artístico y literario está lleno de misterio crítico, irónico y crudo, con relación a los dos sexos y al clima victoriano en el que se desenvuelven: «Yo estoy aquí, "haciendo el papel de mujer"y tú estás enfrente, "haciendo el papel de varón"». Pero nuestras grandes diferencias son amaneramientos culturales, más que una imposición genética. Somos bastante parecidos en el fondo, pero actuamos como actores en la comedia de nuestro tiempo.

El enorme atractivo de Brönte y de Austen es esa irónica, amarga, sarcástica y, a veces, conmovedora y tierna descripción de estos personajes y situaciones. Lo que termina por elevarlas a los más relevantes puestos de la literatura occidental es la inteligente distancia que ponen en la observación. Una inteligencia tan fina y aguda que ha saltado por encima del tiempo, que las vuelve «contemporáneas» y definitivamente «clásicas».

 

 Francisco Nieva
de la Real Academia Española