África

El Cairo

Turismo de dictadura

Los países más turísticos del Magreb sufren esta Semana Santa una dura ausencia de visitantes. Las imágenes de la revuelta, la libertad recobrada y el desorden asustan a los turistas

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Bisbal se atrevió en Twitter a hablar de Egipto sin consultar antes con alguien de su equipo de prensa: «Nunca se han visto las pirámides de Egipto tan poco transitadas, ojalá que pronto se acabe la revuelta», escribió en la red social y, enseguida comenzaron las bromas irónicas sobre su comentario. Bisbal, primero, se cabreó y tras mandar otro «tweet» sin consultar con sus ayudantes, decidió, al fin, mantenerse en silencio, porque cada palabra escrita podía ser utilizada en su contra. Bisbal sufrió la burla, aunque lo cierto es que las pirámides estuvieron desiertas esos días en los que Egipto cambió y no han recuperado todavía el tráfago de gente que suele visitarlas durante todos los días del año. Ha llegado la libertad a Egipto y, a cambio, se ha largado el turismo.

Mientras en España las cifras anuncian que los ingresos por la actividad turística han crecido el doble de lo previsto, en Egipto y Túnez lamentan una caída espectacular, que afecta duramente a su economía. En Egipto, el turismo aporta más de 10.000 millones de euros anuales y da casi dos millones de puestos de trabajo; en Túnez, son 3.000 millones y casi 400.000 puestos pero esta Semana Santa, al menos en España, «hay un parón casi de cero» de viajeros que han pedido ese destino, según cuentan desde la Asociación de Agencias de Viajes catalana.

Entornos seguros

Por una vez que el dinero que da el turismo se podía repartir equitativamente entre los ciudadanos, no llega. Los extranjeros miran a al norte de África con miedo y con una sensación de inseguridad que no sucedía cuando Mubarak o Ben Alí estaban en el poder. La imagen que de ambos países todavía tienen los posibles turistas es de desorden y peligro, aunque luego la realidad no sea así. «El turismo de masas necesita de entornos seguros y para eso un régimen de carácter dictatorial, en el que se custodia a los visitantes, es muy práctico», asegura el profesor Agustín Santana Talavera, doctor en Antropología Social. El turista quiere disfrutar de su descanso sin estar en constante estado de alarma por lo que le pueda pasar a su familia. No le interesa profundizar en por qué se produce ese entorno tan seguro. «No les preocupa si el modo de gobierno en un país es una dictadura u otra cosa», asegura a este periódico un dirigente de una asociación de viajes.

Cualquier turista que haya estado en Egipto seguro que recuerda las pirámides, el caos de El Cairo, Luxor y todo lo que se puede ver por allí. En Túnez se quedará con la playa; y de ambos países, con las imágenes de los policías o miembros del ejército patrullando las ciudades y las zonas turísticas con las metralletas. ¿Recuerda, en cambio, que la población estuviese desesperada con Mubarak o con Ben Alí, dispuesta a protagonizar una revuelta que iba a cambiar la historia?

«Si vamos a Irán, sabemos lo que está pasando, pero en Egipto, lo que ha sucedido con Mubarak es una sorpresa. No tenía esa imagen en Occidente», afirma Bibi Solanes, directora de expediciones culturales en la Fundación arqueológica Clos. En los viajes organizados, el contacto con la gente de las zonas a las que se llega es escaso o nulo. Se recorren los lugares en cruceros, un guía acompaña en las visitas a los monumentos y se vuelve al crucero de nuevo. El tiempo libre se aprovecha para dar una vuelta o quedarse en el barco. En las agencias de viaje reconocen que son una minoría los que muestran un conocimiento más exacto del lugar o de sus modos de vida. Lo que la mayoría de la gente pregunta es si la agencia puede garantizar la seguridad navegando por el Nilo. Y, sin duda, la seguridad estaba garantizada.

Los que viajan de otro modo no piensan en la seguridad y son más aventureros, dejan también una cantidad menor de dinero. «El turismo es una actividad solidaria que a todos nos beneficia, tanto económica como culturalmente», afirma la directora de Turismo de la UCAM de Murcia, Ginesa Martínez del Vas.

Se necesita turismo de masas, que es el que deja beneficios y, sin embargo, el turismo busca seguridad. Los países más turísticos del Magreb sufren esa contradicción: nunca tanta gente había estado tan informada sobre ellos, pocas veces habían sido tan libres y pocas semanas santas habían estado tan solos.