Lisboa
No es un sueño Julián GARCÍA CANDAU
Yo era un niño cuando el día de Pascua de 1950, Piru Gainza marcó en Lisboa el gol que clasificó a España para el Mundial de Brasil. Después, Zarra batió a Williams en Maracaná y creció la emoción. Luego, el gol de Obdulio Varela a Ramallets me causó la primera gran decepción. De derrota en derrota hasta el triunfo final, conviví con una serie de grandes periodistas ya desaparecidos. Yo era el benjamín y padecí con ellos las numerosas decepciones sufridas. Con los Melcón, Escartín, Antonio Valencia, Santiago García, José María Mújica, Paco Echeverría, José María Doñate, Sincerator, Llácer, Gilera, Chuchi Fragoso, Juan José Castillo, Carlos Cronos, Vicente Marco, Erostarbe y Monchín, entre otros, sufrí el gol de Katalinski, el gol nonato de Cardeñosa, la infamia del Mundial-82... Con ellos cimenté la idea de que algún día veríamos a España campeona del mundo. Ellos no lo vieron y a mí me llegó la suerte de ver cumplido un sueño. Al igual que los colegas citados, millones de españoles, y grandes futbolistas que lucharon por objetivo tan entusiasmante, también desaparecieron sin ver a la Selección en lo más alto. Los millones que salieron a las calles hace un año para celebrar el mayor triunfo del fútbol nacional pueden sentirse felices porque podrán contarlo a sus nietos. Lo que no pudieron hacer compañeros y amigos a quienes hoy no quiero dejar en el olvido. Nuestros nietos piden hoy la camiseta de «La Roja» con la estrella. Nuestro sueño es su realidad.
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