Castilla-La Mancha
Rajoy da el visto bueno a su agenda de sucesión
Génova esperará hasta el Congreso extraordinario del PP regional para hablar
Esperanza Aguirre consiguió ayer sorprender una vez más a su partido. Ahora dicen algunos que ella ya les había confesado que tenía decidido dar el paso con el que ayer sorprendió a todos. Dicen que llevaba tiempo dándole vueltas a esta decisión y que la tenía muy meditada. Y seguro que así es. Pero nadie se esperaba que ayer fuera el día elegido para comunicarla. Y a lo que nadie en la dirección nacional daba una respuesta única era a la pregunta de qué es lo que ha desencadenado la elección del momento para hacerla pública. Los más cercanos apuntaban a razones estrictamente personales, más familiares que propias. Pero también a ellos se les escapaba el motivo último qué ha precipitado el desenlace. Sobre todo les despista su dura y peleona actuación en el Debate del Estado de la Región, que se celebró la pasada semana.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, cerró oficialmente la prolija etapa política de quien ha sido todo un referente dentro de su partido con un comunicado llenos de elogios y con muestras de agradecimiento por su trabajo en las distintas responsabilidades que ha ejercido.
«Es un elemento que quedará para siempre entre los grandes activos del Partido Popular», decía la nota difundida ayer por Génova. En la misma Rajoy mostraba su comprensión hacia las razones que poco antes le había trasladado Aguirre en persona durante una reunión en Moncloa. Formalmente el jefe del Ejecutivo le deseó también suerte para su nueva etapa. «Confío en seguir contando con su entusiasmo, sus convicciones y su dedicación a la política desde el lugar en que ella escoja hacerlo a partir de ahora». Las relaciones de Rajoy con Aguirre no han mejorado sustancialmente desde el choque que protagonizaron con motivo del controvertido Congreso de Valencia, en 2008, tras la segunda derrota del hoy presidente del Gobierno en unas elecciones generales.
Según fue asentándose el liderazgo de Rajoy, la tensión interna disminuyó y las relaciones se volvieron oficialmente mucho más correctas. Pero la desconfianza siguió existiendo y Aguirre continuó haciendo de contrapunto en algunas cuestiones básicas. «Esas diferencias no quitan lugar al respeto mutuo», precisan desde Moncloa.
En privado Rajoy bendijo ayer la agenda sucesoria que le presentó Aguirre. Es cierto que la decisión de elegir como sucesor a su «número dos», el hoy vicepresidente regional, Ignacio González, compete a la Asamblea de Madrid. Pero el presidente del Gobierno, como líder del PP nacional, también tiene algo que decir. Y ayer dejó el camino abierto para que ella tirara hacia adelante con su hoja de ruta.
En el entorno del presidente del Gobierno puntualizan que si por él fuera, el elegido sería, «sin duda», otro candidato «de su confianza». Pero, de momento, Rajoy ha optado por el pragmatismo y por el camino de la sucesión tranquila. Queda pendiente de escribir la batalla de la sucesión al frente del PP de Madrid, en un Congreso extraordinario en el que la dirección nacional del partido, y detrás de ella, Rajoy, también querrán hablar.
La primera valoración de esta dirección nacional la hizo el vicesecretario de Comunicación, Carlos Floriano, a quien luego siguieron otras voces como la de la propia secretaria general y presidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal.
Un rosario de loas de todos sus compañeros, de los más próximos y de aquellos con los que mantenía una relación más distante por ser representante de ese alma del partido que se quedó descolocada en el nuevo «viaje al centro» que Rajoy recorrió en su segunda legislatura en la oposición.
El ex presidente del Gobierno José María Aznar la llamó ayer por teléfono para trasladarle su apoyo, su respeto y su comprensión. Él fue quien la dio la oportunidad de dirigir la cartera de Educación en su etapa de mandato, y quien también la convirtió en la primera presidenta del Senado.
Y Aguirre ha sido una de las dirigentes populares que en algunas ocasiones ha puesto voz a aquello que pensaba Aznar, pero que por prudencia él no decía. Por ejemplo, así ha ocurrido con el «caso Bolinaga». La ya presidenta en funciones es una estrecha colaboradora de FAES.
Recuerdo 3
Valencia: condenados a entenderse
La presidenta de la Comunidad de Madrid mostró su fuerte liderazgo en el congreso que el PP celebró en Valencia. Fiel a su personal estilo, entonó en repetidas veces un «no me resigno». Entonces los populares habían perdido las elecciones generales y reiteró que el partido no «había dado la batalla ideológica». Tras el congreso valenciano, dio un golpe de timón en su Gobierno y cesó a Alfredo Prada y Manuel Lamela, que habían entrado en la Ejecutiva de Rajoy mientras que su escudero, Ignacio González, había salido fuera.
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