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El último acto del zar Putin

Su previsible victoria en las presidenciales de hoy no logra frenar la decadencia de su poder dentro y fuera de Rusia

El último acto del zar Putin
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MOSCÚ- «Creo que Putin no completará los seis años de mandato». Puchkova K. es profesora en Moscú y no tiene miedo. Recuerda que hubo un tiempo en que la ciudadanía evitaba a toda costa la sola mención del Gobierno. De aquel temor, sólo queda el hastío. Pero parece que aún no es suficiente: si hay algo que todos tienen claro es que Vladimir Putin, el actual primer ministro ruso, ganará las elecciones presidenciales.

En los últimos días, los intentos de atemorizar al pueblo del ex miembro de la KGB han sido en vano, objeto de risas, incluso. Eso, unido al aumento de dos en el número de años del mandato presidencial que se ha sacado de la manga, muestran que él mismo vislumbra la decadencia. A lo mejor ya era hora de que el miedo también se turnase a ambos lados.

Durante el mes de febrero, las manifestaciones en las plazas y las calles de las principales ciudades de Rusia han alcanzado la versión 2.0: primero porque son virales, segundo porque según nos dice Puchkova, internet ha marcado un antes y un después en el despertar de la gente. «Hasta que no ha llegado la web, sólo podíamos ver y escuchar lo que convenía a las emisoras de radio y a los canales de televisión federales».

E. Gravova es una de las muchas jóvenes que llegaron a la capital en busca de mejores perspectivas. Nos cuenta que no ha asistido a las manifestaciones porque el trabajo no se lo ha permitido pero que, de lo contrario, habría ocupado con orgullo una baldosa en el Gran Círculo Blanco del pasado domingo. «Ya no nos intimida». Para ella, las elecciones serán fraudulentas ya que los resultados que se publiquen no se corresponderán fidedignamente con los votos del pueblo ruso. Precisamente para intentar garantizar unas elecciones limpias y justas, observadores de todo el mundo se han trasladado a las áreas metropolitanas de la Federación de Rusia. Según el análisis de Alex y John Mellnik y Nikolay Zhelevse quizá no sea ése el lugar idóneo. Estos autores han estudiado la correlación entre la participación electoral y el porcentaje de votantes por partido, y han concluido que en las elecciones parlamentarias de diciembre sí existió una fuerte evidencia de manipulación, pero en mayor medida fuera de las ciudades más grandes. Pese a esto, las estadísticas afirman que eliminando la manipulación de la distribución, Putin seguiría siendo el favorito, aunque no por mayoría.

«Aún es el favorito porque Rusia es inmensa y la mentalidad de la gente de los pueblos es muy diferente de la de las ciudades», asegura Puchkova, «todavía se necesitarán un par de generaciones más para que el cambio sea absoluto, pero ya estamos en el camino».

Es importante tener en cuenta que, pese a las violaciones de derechos humanos o, en ocasiones (léase Jodorkovski), gracias a ellas, los años de Presidencia de Putin alcanzaron de media un crecimiento del PIB de más del 6%. Muchos de los votos que caerán en su lado de la urna durante el día de hoy provendrán de personas que salieron de la miseria durante sus dos mandatos presidenciales. «Vivimos mejor que entonces [cuando Putin accedió al poder por primera vez], sí, pero podemos vivir mejor. Él abrió una puerta a Rusia pero ya puede marcharse. Son nuevos tiempos. Se necesitan nuevas personas», reconoce Puchkova.

La época de represión, la persecución de periodistas, el silencio impuesto, la corrupción y los sobornos no se esfumarán de repente, pero ya no son tan fáciles de ocultar. Por el momento, habrá cámaras web en los colegios electorales de todo el país y, a falta de sorpresas, la próxima manifestación ya tiene fecha: si el pueblo no ve su voto reflejado en los resultados, mañana volverán a llenarse las calles de pancartas y eslóganes. La comparación con la salida a las calles de los ucranianos en noviembre de 2004 sería inevitable. El problema reside en la falta de un líder carismático en la oposición: «Putin ganará porque no hay ninguna alternativa política mejor», concluye Gravova.

Y es que junto a Putin comparecen otros cuatro candidatos que no convencen: Guennadi Ziuganov, del Partido Comunista; Sergei Mironov, presidente de la Cámara Alta; el conocido representante de la ultraderecha, Vladimir Zhirinovski y el multimillonario magnate Mijail Projorov, cuya hermana y portavoz Irina ha irrumpido con fuerza en la campaña gracias a su elocuente retórica.

Los más «generosos» en sus promesas electorales son, según un estudio económico realizado por Análisis Estratégico FBK: Mironov y Ziuganov, que incluyen compromisos sociales valorados en 124,5 y 110,6 trillones de rublos imputados en un porcentaje muy alto al aumento de las pensiones del primero y a la bajada en la edad de jubilación del segundo. Mientras tanto, Putin y Projorov, comprometen menos de una décima parte de esa cantidad.


Los cuatro rivales
Ziuganov, el eterno segundón

El líder del Partido Comunista ha participado en todas las elecciones presidenciales en Rusia y siempre ha ocupado el segundo lugar. Para no variar, las encuestas le vuelven a dar la plata, con un 15% del electorado.
El magnate independiente
Mijail Projorov, empresario multimillonario, soltero de oro y dueño de los New York Nets. Ha recolectado dos millones de firmas para poder presentarse.
Excéntrico y polémico
El controvertido líder del Partido Liberal-Demócrata,Vladimir Zhirinovski. Ha alertado de la amenaza de una III Guerra Mundial y para él, EE UU es el peor enemigo de Rusia.
El político preparado
El líder de los socialdemócratas , Serguei Mironov, es licenciado en Geología, Economía, Administración, Leyes y Filosofía. Ha dicho que Putin ganará en la primera vuelta.