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Irán

Más de 150 «Sorayas M»

Por mucho que se intente reproducir la ficción fielmente, la crueldad de la lapidación resulta prácticamente imposible de reflejar. Desde 1980, este acto brutal se ha cobrado la vida sólo en Irán de más de 150 personas según datos del Comité Internacional contra las Ejecuciones. Y lo peor es que la cifra seguirá en aumento, pues en la República Islámica el adulterio se condena con el apedreamiento.

Más de 150 «Sorayas M»
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Este 2010, Dehsari Khadijeh Golpour, de 23 años, ha sido sentenciada a la lapidación, y si no llega a ser por la presión internacional y la lucha de sus hijos, Sakineh Ashtiani, de 43, hubiera muerto ya este verano. Según cuenta Hadi Ghaemi, director ejecutivo de la Campaña Internacional por los Derechos Humanos en Irán, a LA RAZÓN, «lo que ha cambiado es que desde hace tres años se ejecuta en secreto y son los jueces y miembros del Gobierno iraní los que tiran las piedras hasta que fallecen». En palabras de Fashad Hosseini, miembro del Comité Internacional contra las Ejecuciones, «las piedras no pueden ser ni muy grandes ni muy pequeñas. El objetivo es la muerte gradual y lograr el mayor dolor posible». Tal y como lo refleja el filme. El problema es que el adulterio es una deshonra en Irán, y normalmente los familiares no intentan salvarles, sino que se avergüenzan de ellos. Por eso, hay 22 personas en la cuerda floja, 17 mujeres y cinco hombres, que aguardan en prisión a ser ejecutadas.

No ha sido el caso de Ashtiani. Desde mayo, sus hijos han hecho todo lo posible por salvarla. Sajad y Sahideh se atrevieron a contar el caso a la Prensa. Creen que su madre es inocente, que no fue infiel y que quien realmente mató a su padre fue su tío. Aun así, el régimen la condenó en 2006 a la lapidación. Gracias al ímpetu de sus hijos, su historia ha dado la vuelta al mundo. Hasta la primera dama francesa Carla Bruni-Sarkozy le escribió una carta de apoyo que fue muy criticada en los medios persas. También su abogado, Mohammad Mostafaei tuvo problemas por defenderla, y se llegó incluso a temer por su vida. Ayer, desde Noruega, donde pidió asilo político, Mostafaei asegura a este periódico que «tanto la lapidación como otras ejecuciones, no tienen cabida en este mundo». El abogado explica que aunque en Nigeria también se condena al apedreamiento, sólo en Irán se lleva a cabo. A Mostafaei le gustaría ser optimista, sin embargo, no piensa que el régimen abandone esta práctica. Para él, la reducción de la pena es momentánea ahora que Irán está en el ojo del huracán. De hecho augura que «seguirán produciéndose, aunque sea a escondidas».

 A Mostafaei ser el defensor de Ashtiani le ha cambiado la vida. «Estamos protegidos, pero no somos felices aquí. Teníamos una vida ideal en Irán», reconoce.