Feria de Bilbao

El factor sorpresa de Iván Fandiño

Las Ventas (Madrid). Tercera de la Feria de Otoño. Se lidiaron toros de Valdefresno, uno con el hierro de Fraile Mazas (3º), de impecable presentación. El 1º, rajado y noble; el 2º, al filo de rajarse; el 3º, con buen fondo, ritmo y de buen juego; el 4º, manejable; noble y con calidad aunque justo de fondo, el 5º, y deslucido, el 6º. Casi lleno. Sergio Aguilar, de grana y oro, estocada un punto perpendicular, descabello (saludos); pinchazo, estocada baja (silencio).Iván Fandiño, de verde y oro, estocada trasera, aviso, descabello (oreja); estocada, dos descabellos, aviso (vuelta al ruedo).David Mora, de malva y oro, estocada perpendicular y caída (silencio); media, aviso (silencio).

Iván Fandiño torea en redondo a uno de sus astados de Valdefresno
Iván Fandiño torea en redondo a uno de sus astados de Valdefresnolarazon

Lo del quinto fue producto de la fe. La suya. El empeño de Fandiño para sacarnos del atolladero en el que nos habíamos metido. Se le protestó al toro, de apabullantes pitones, por flojo. No perdió las manos, pero tenía poco ímpetu en la arrancada. Comenzó Fandiño la faena de muleta. Una oreja cortada ya. Media puerta grande de Madrid abierta. La meta del año, de años en el horizonte. Se le había protestado la primera. No fue unánime. Comenzó Fandiño la faena tibia, parecía todo relatado, desplazándose el toro, con el fondo justo quizá y con parte del público en contra. Y ahí tiró el torero vasco de la fe. Apostó por el toro, por la faena, como inventada, fuera del patrón, tomó muchísima distancia. Casi de punta a punta. Y el toro fue. Y el de Valdefresno fue a más. Lo que faltaba intentó Fandiño sumarlo con la distancia, con los espacios, creando una expectación en el público y buscando la profundidad en su toreo. Fue poco a poco metiendo a la gente en la faena, forzando, carreras excesivas para salir de la cara del toro y tomar distancia de nuevo. Tuvo el mérito de sorprender con los mimbres justos para pasar en Madrid desapercibido. Volcánicas las bernadinas de colofón en la distancia también. Otro concepto. Personalidad. Se volcó con la espada. Ese cañón que no ve salida cuando se vuelca sobre el morrillo del toro, pero necesitó de descabello. Se enfrió la cosa. No hubo petición mayoritaria y dio una merecida vuelta al ruedo. El factor sorpresa es un bien al alza en tiempos de vulgaridad. Faltaron pañuelos para ser oreja unánime en el segundo pero el presidente la concedió y parte del público mostró su disconformidad. Ahí sí que fue efectiva la estocada. Ponía punto final a una faena asentada un toro bueno al filo de rajarse siempre, pero que se empleó en el engaño por abajo. Ligó una tanda diestra muy profunda y más livianas las restantes en ese equilibrio de ajustarse con el toro ante la tendencia del animal a abrirse. Al no quedarle la faena tan compacta, se le protestó.

David Mora brindó a El Chano, que sigue inmerso en la lucha por volver a caminar después de la cogida que sufrió este año. En silla de ruedas acudió a ver a Mora y para él fue el brindis del tercero. El toro tuvo muy buen son por ambos pitones. Prologó de rodillas y tejió después una faena en la que no llegó al público. Faltó reposo y se le notó acelerado. Daba la sensación de que toro y torero tenían tiempos distintos. A portagayola se fue en el sexto e hizo un esfuerzo de aplomo y seguridad después pero esta vez el toro no quiso ir, mirón y sin entrega.

A Sergio Aguilar se le complicó la faena a su primero, manso aunque de noble condición, pero obsesionado con irse a tablas. Le costó arrancarse al cuarto, pero luego tomaba bien el engaño. Firmó Aguilar algunas tandas buenas pero la cosa no cuajó y fue a menos. Frialdad absoluta. Corrida interesante, impecable de presentación, con toros descarados de pitones pero bien hechos. Y una faena sorprendente para sacarnos del guión.