Actualidad
Callejón sin salida por Alfonso Merlos
La devastadora crisis humanitaria que golpea implacablemente Siria podría ser resuelta en horas. Pero no va a serlo. Rusia y China retienen la llave de una puerta que se niegan a abrir: la de la presencia de observadores; la de la implicación de la comunidad internacional en la ayuda masiva y urgente a las víctimas; la de una inevitable transición política moderada y ordenada hacia un nuevo estado de cosas, menos inclinado a la dictadura, que no termina de morir, que a la democracia, que difícilmente podrá nacer. El corazón de Oriente Medio no es el Magreb. Geopolítica y geoestratégicamente, todos los actores con intereses innegociables son perfectamente conscientes de que el tablero de Damasco no es el de Trípoli; de que hay maniobras agresivas y abrasivas que se fomentaron por parte de Washington y Londres, y que se toleraron por parte de Moscú y Pekín, para acabar con Gadafi, que no se repetirán con Asad. Bajo ningún concepto. Todos lo saben. Apelar a la responsabilidad de un partido de vocación totalitaria como el Baaz en momentos de máxima destrucción y violencia generará el mismo efecto que rezar hasta que las hostilidades cesen, o que mirar al empedrado hasta que se detengan las matanzas. Con una Unión Europea inane y menguante, y volcada sobre su penosa situación económica, es a Obama a quien no le queda otra que echar diplomáticamente el resto; hacer lo que no ha hecho; convencer a quien no ha convencido; buscar aliados en el mundo árabe y musulmán, donde de momento no han aparecido. No es aceptable que la Administración demócrata escurra el bulto bajo el pretexto de la «no injerencia». En un mundo multipolar y global nada le puede resultar ajeno a la hiperpotencia solitaria. Menos, el sufrimiento humano.
✕
Accede a tu cuenta para comentar