Francia
Franceses
Los socialistas franceses han elegido candidato para disputar la presidencia de la República a Nicolas Sarkozy. Es François Hollande, político de perfil bajo, casi insignificante. Tal vez dé la sorpresa, pero parece el hombre perfecto para asegurar a los franceses que nada va a cambiar en Francia, cada vez más provinciana y complaciente con sus placeres y sus pequeños vicios. Al principio de su mandato, Sarkozy quiso cambiar la situación. En pocos años se habrá rendido a la evidencia. En contra de lo que la imaginación poco ilustrada de los progresistas españoles siempre ha fantaseado, los franceses han sido y siguen siendo uno de los pueblos más conservadores de la tierra. Merecerían toda nuestra simpatía… si se lo pudieran pagar. Lo malo es que el conservadurismo moderno, el que lleva a mantener un gigantesco Estado interventor, es insostenible. La deuda pública francesa, que estaba en el 64,9 % del PIB en 2004, alcanza ahora el 86 %. Viene a sufragar un gasto público del 56,6 % del PIB (en el 2010) y un déficit del 7,1%. Con un PIB creciendo al 1,5 % el pasado año y al 0% en el segundo trimestre de este año, no habrá forma de salir adelante. A pocos países les gustaría estar en una situación que todos saben insostenible. Otra cosa es que las lecciones de los franceses, y en particular de su presidente –que disimula así su fracaso– sigan encontrando un público propicio. Lo que tenemos que tener claro los demás es que si el equilibrio de poder en la UE no cambia, vamos a acabar pagando con nuestro trabajo y nuestros ahorros los dulces privilegios de los franceses.
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