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«Madagascar 3»: menuda fauna

Alex, Marty, Melman y Gloria, animalitos, de periplo allende los mares, recalan en Europa camino de su zoo en Nueva York. La cinta, que lleva recaudados más de 200 millones en EE UU, es uno de los estrenos familiares del verano

«Madagascar 3»: menuda fauna
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Cuando hicimos estas entrevistas en el hotel Carlton de Cannes, «Madagascar 3. De marcha por Europa» ni siquiera se había estrenado en Estados Unidos. Hacía dos semanas que se había finiquitado la mezcla de sonido y estaba recién salida del horno. Hablando con los tres directores de la película –Eric Darnell, Tom McGrath y Conrad Vernon– y con Ben Stiller, tuvimos la impresión de que habían cerrado un ciclo: cuando preguntabas por la posibilidad de una secuela, tiraban balones fuera, poniendo por delante cuestiones de taquilla y decisiones de ejecutivos. En verdad el filme –coescrito, sorpresa mayor, por Noah Baumbach, cómplice de Wes Anderson y director de las excelentes «Margot y la boda» y «Greenberg»– se divierte devolviendo a sus héroes al útero materno, el zoo neoyorquino que los hizo felices en su cautiverio. Otras novedades: la incorporación de nuevas estrellas a este distinguido reino animal (Jessica Chastain, Frances McDormand); la inclusión de un nuevo patio de juegos, el circo como burbuja de acentos y explosiones cromáticas; y el uso y abuso de las obligadas 3D. Europa se transforma en un escenario de transición, un sueño pintado con los colores de la cola de un pavo real o de una discoteca de periferia bañada en ácido. El hogar, dulce hogar es América, continente y contenido donde la película lleva recaudados más de 200 millones de dólares.
-¿Qué dificultades tiene enfrentarse a un personaje que encarnas por tercera vez y cuyo proceso de elaboración es tan dilatado y prolijo?
-Ben Stiller: En realidad, formas parte de un proceso que no tiene ni principio ni fin. Puede durar de dos a tres años, y a lo largo de ese periodo entras y sales del estudio de grabación, un día compartes tu sesión con otro actor, vuelves al cabo de unos meses para grabar en solitario. Y durante todo ese tiempo has ido construyendo el personaje, modelándolo a partir de tu voz. Los animadores dibujan a Alex (el león que interpreta Stiller) a partir de esas sesiones, y de los vídeos que registran mis expresiones durante esas grabaciones.
–Existe, sin embargo, una dirección de actores. Y no todos ustedes se enfrentan a la comedia de la misma manera…
B.S.: Se trata de un proceso de colaboración no tan distinto al de una película tradicional. Quizá se potencia un poco más la improvisación, pero, en lo esencial, se parecen mucho. Cada actor aporta su propio registro. Por ejemplo, a Chris (Rock, la cebra) le permiten que sobreactúe todo lo que quiera, algo que en una película convencional no sería posible. Yo aporto un registro más contenido. Es el que más domino: de hecho hasta los diecinueve años yo quería ser un actor serio. No fue hasta que vi en televisión a Steve Martin y Martin Short que me di cuenta de que lo mío era la comedia.
–Hablando de colaboraciones, ¿cómo se dirige una película a seis manos?
–Eric Darnell: Los tres estamos al tanto de todo el proceso. Nos conocemos el guión al dedillo para saber exactamente qué problemas pueden surgir y cómo resolverlos. Pero cuando tienes a tu cargo un equipo de seiscientas personas, es obvio que lo mejor es dividirse el trabajo. Yo estoy en las grabaciones, Tom con los diseñadores de producción y Conrad con los animadores. Somos amigos desde hace décadas, hemos estado implicados en los tres capítulos de «Madagascar» y teníamos claro que, para cerrar el círculo, nuestros héroes tenían que volver a su hogar, a Nueva York.
–A veces da la impresión de que el trabajo de los animadores es crear una realidad nueva, pero ¿hasta qué punto la tienen en cuenta para reinventarla? ¿Les sirve como anclaje, como punto de referencia?
–Tom Garth: Para un animador la fase de documentación es importantísima. Visitamos Montecarlo, tomamos miles de fotos del Grand Prix y los responsables del casino nos dieron libre acceso a todos sus rincones. Asistimos también a un espectáculo del Cirque du Soleil, «Iris», que acabó dándonos un montón de ideas para diseñar el circo de la película.
–E.D.: Para nosotros la animación es sinónima de hipérbole, de exageración, de llevar a la realidad a un extremo que no habías visto nunca. Sabíamos, por ejemplo, que, en este sentido, la incorporación del circo era fundamental: sin romper las normas creadas por la lógica del universo de «Madagascar», podíamos renovarlas por completo.
–Cuando empezaron esta trilogía, hace diez años, no contaban con muchos de los avances tecnológicos que han hecho de la animación en 3D uno de los grandes atractivos del cine comercial actual. ¿Cómo creen que estos cambios han afectado al resultado final del filme?
–Conrad Vernon: No creo que el secreto esté en las máquinas sino en los animadores. Los artistas que hay detrás de los ordenadores han aprendido a usarlos, a sacarles el máximo provecho. El factor humano es más importante que el técnico.
–¿Cómo ha afectado al proyecto el uso de las tres dimensiones? Es una variable nueva en la ecuación de «Madagascar»…
E.D.: En cierto modo, las dos primeras películas de la saga tenían las 3D en su ADN. Lo que hacen las tres dimensiones es potenciar la profundidad de campo, aspecto que toda película en 2D también debe tener en cuenta. Las 3D no han modificado sustancialmente nuestra manera de diseñar una secuencia. No es distinto de utilizar el color o el sonido o decidir cuál es el tamaño de los planos.
–B.S.: No soy un fan de las 3D, pero tengo que admitir que en «Madagascar 3» hay unas cuantas escenas que me han convencido de sus posibilidades. La escala cromática de la película es increíble. Las dos anteriores daban menos margen en ese sentido, porque los colores de la sabana africana son más apagados. El circo expande ese margen expresivo y las 3D lo potencian, y «Madagascar 3» acaba pareciendo una foto de David LaChapelle o un cuadro de Dalí. Es la película de animación más surreal que he visto en mi vida. La podría ver sin sonido y disfrutarla igual.
–T.M.: Quizá en la fase de montaje es cuando hay que tenerlo más en cuenta. No puedes editar un plano de algo que está muy lejos, al fondo de la pantalla, con otro de algo que está muy cerca, en primer término, porque no le darás tiempo al ojo de adaptarse al cambio de distancia, y el efecto será extraño.
–Uno de los grandes hallazgos de la película es Chantel Dubois, la gendarme que quiere cazar a toda costa a la fauna protagonista. Tiene un aire a Cruella de Vil…
–C.V.: Es la primera supervillana de la saga. En realidad, en las dos películas anteriores no había un antagonista claro. Visualmente nos inspiramos en Marlene Dietrich y en las mujeres fatales del cine de los 30 y 40. Pero fue Frances McDormand la que le dio cuerpo. Y sí, es ella la que canta «Je ne regrette rien». No estaba nada convencida de hacerlo. «¿De verdad creéis que puedo cantar como Edith Piaf?». Se resistió pero hicimos una prueba y estuvo fantástica.

 

De león a león: el actor vuelve a ponerle la voz en español a Alex
Es el hombre del momento. El atípico falso documental «Carmina o revienta» que ha producido y dirigido, unido a su estreno simultáneo en salas e internet ha puesto su nombre en boca de todos. Sin embargo, lo de doblar no es una faceta nueva: lleva años poniendo la voz en español al protagonista de la saga «Madagascar», lo que ha provocado una empatía especial entre actor y dibujo animado: «Le he cogido cariño. Además, creo que este león es la parodia idónea del actor, con todos sus vicios: es un tipo vanidoso, fanfarrón, pero también tierno y entusiasta. Una de las cosas que más entiendo es su inconformismo: no está a gusto en ningún sitio», explica León (en la imagen), cuyos lazos familiares favorecen esta complicidad: «La familia de mi padre trabaja en el circo clásico desde hace años... En España está muy denostado, sin embargo, en el resto de Europa sigue teniendo buena imagen. Creo que habría que apostar por un circo pequeño, de grandes artistas», comenta. Pero «Carmina o revienta» vuelve a subir a la palestra; la actualidad manda: «Está teniendo muy buena acogida. Es un cine de crisis, pero no solamente por la temática de superación de la miseria con sentido del humor, sino también por el experimento del estreno en multiplataforma, que puede aportar un poco luz, dar una pista sobre el nuevo modelo. Me parece una alternativa clara a la «piratería». Creo que es una fórmula adecuada para cierto tipo de películas. Casi toda la producción española es cine independiente, por lo que hay que buscar formas alternativas de distribución», añade.