Ankara
Turquía ofrece a Erdogan una tercera pero insuficiente mayoría
Las nubes no dieron tregua en la jornada electoral turca. Pero, como se esperaba, las lluvias trajeron una abundante cosecha de votos para el «islamismo de mercado» del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, quien por tercera vez consecutiva logró una aplastante mayoría absoluta (mayor en términos porcentuales que en 2007, aunque con menor número de escaños).
Sin embargo, Erdogan, de 57 años de edad, deberá renunciar a la reforma constitucional con la que pretendía crear un Estado presidencialista al estilo francés y se verá obligado a forjar alianzas con la débil oposición y someter la reforma a la voluntad popular con un incierto referéndum. El Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), fundado en 2001 por él y el presidente de la República, Abdulá Gül, logró 327 escaños, menos de los 341 logrados en 2007, y desde luego insuficientes para lograr la mayoría absoluta aplastante que necesitaba para reformar a su antojo la Carta Magna, cifrada en 367 asientos.
El «milagro económico» turco, con un crecimiento del 8,9% en 2010, ha sido suficiente para que la inmensa mayoría del electorado haya apostado por una continuidad que pretende lograr que Turquía ingrese en 2023, cuando se cumple el centenario del nacimiento de la República, en el club de las diez mayores potencias económicas del mundo. Tras la apertura de los colegios electorales, hacia las 7 de la mañana, el proceso se desarrolló sin incidentes serios, si bien, según la agencia Anatolia, una veintena de personas fueron arrestadas por haber intentado votar con identidades falsas en varias provincias de mayoría kurda.
Los dirigentes de los principales partidos acudieron a votar en medio de un gran revuelo mediático. Así, el líder del centroizquierdista y republicano CHP, Kemal Kiliçdaroglu, acudió a votar con su mujer y su hijo en su colegio electoral de Ankara a las diez de la mañana, donde fue aclamado por sus seguidores. Los resultados del principal partido de la oposición fueron mejor de lo esperado, ya que el CHP obtuvo 136 escaños (por los 112 que tenía).
Erdogan hizo lo propio acompañado de su mujer, Emine Erdogan, y su hija, Sümeyye. «Respetaremos cualquiera que sea la decisión de la nación», remarcó. Horas después, tras conocer los resultados, Erdogan dejó claro que seguirá con sus planes para convertir el país en una república presidencialista. «El pueblo nos ha dado un mensaje claro para construir una nueva Constitución con consenso», declaró. «Si el principal partido de la oposición y otros partidos de la oposición acceden, nos sentaremos y hablaremos en un diálogo que incluya también a otras organizaciones ajenas al Parlamento, ONG y asociaciones», afirmó Erdogan.
Por su parte, el derechista Movimiento Nacionalista de Devlet Bahçeli, dañado por los escándalos de varios vídeos sexuales que han implicado a altos cargos del partido, perdió una veintena de escaños. El MHP obtuvo 53 asientos por los 71 de que disfrutaba.
Las candidaturas independientes pro kurdos obtuvieron un 5,5% y entre 35 y 36 escaños, lo que los convierte en una fuerza muy relevante para poder gobernar. Además, los independientes kurdos del Partido de la Paz y la Democracia (BDP) hicieron mucho daño a Erdogan en las provincias del sureste, de mayoría kurda, donde el AKP vio reducido su voto en beneficio de estos candidatos, que al concurrir oficialmente sin partido evitan el límite del 10% que la ley electoral impone a cualquier partido para tener representación en la Asamblea.
Según varios analistas turcos, es poco probable que Erdogan pacten con los kurdos, por lo que si el Gobierno quiere llevar a cabo las reformas constitucionales necesarias tendrá que consultar antes con los dos principales partidos del Parlamento. Haldun Sölmazturk, coronel retirado y analista político afín a los republicanos, aseguró a LA RAZÓN que «si bien el AKP no podrá cambiar la Constitución, es posible que comparta poder con los kurdos en el Parlamento, aunque no de forma explícita». Sölmazturk vaticinó duras conversaciones con Erdogan. «No hay bases materiales para estos cambios constitucionales, en especial después de la anterior consulta constitucional, por lo que tendrán que ensayar otras formas para alcanzar su objetivo de perpetuarse indefinidamente en el poder. Nadie quiere ser gobernado por un Gobierno autócrata», señaló.
Pocos cambios en el Parlamento
El partido de Erdogan mantendrá por muy poco su mayoría absoluta en el Parlamento turco. Lo paradójico es que, a pesar de que aumenta su porcentaje de sufragios, obtiene menos escaños en la Cámara legislativa. La pretendida mayoría que le permitiría a Erdogan reformar la Constitución se queda así lejos y a expensas de difíciles, pero no imposibles, pactos con otras formaciones políticas.
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