Barcelona
Zapatero se imbuye del espíritu de «La Roja» y pedirá unidad
Llega al debate sin aliados, con Cataluña en pie de guerra y un negro panorama económico.
El ejemplo ha cundido en la calle, ahora sólo falta que cunda en el Parlamento. «La Roja» ha barrido cientos de complejos y ha aflorado el orgullo de un país que en apenas 24 horas pasó de la depresión a la euforia colectiva. Todos juntos en torno a una bandera, a una selección, a una nación… Lo vivido este fin de semana no es sólo fútbol, sino una descarga de españolismo desencadenada por el triunfo de 23 jóvenes que han dado ejemplo de trabajo en equipo, sacrificio y juego limpio. ¿Habrán tomado nota en el Congreso? De momento, cuentan el La Moncloa que el presidente se ha imbuido del espíritu de «La Roja» y que pedirá unidad y sacrificio. Hoy es la gran cita, el debate parlamentario más esperado del año. Y en el equipo del presidente no ocultan que el Debate de la Nación es una cita clave para su futuro inmediato. Preocupa, y mucho, la sensación de que la semana próxima, con la votación de las resoluciones políticas, el debate se salde con una sonora derrota. No en vano afronta sin aliados –ni a izquierda ni a derecha– la cita.En el PSOE cundía el pánico en la víspera, pues, además de no tener dudas de que éste es el debate más difícil de todos a los que se ha enfrentado Zapatero, ven peligrar la aprobación de reformas muy necesarias para la recuperación de la economía. Hablan de la reforma fiscal que vendrá y de la revisión del sistema de pensiones, sobre todo. «Todo el mundo sabe que ambas cuestiones son cruciales, y nadie está dispuesto a apoyarlas», se lamentaba ayer tarde un alto dirigente del PSOE, que añade la inoportunidad de la sentencia del Estatut como remate a la dificultad de la jornada. Un asunto, por cierto, que el presidente no tiene previsto llevar al eje central del discurso con el que hoy abra la jornada, pese a saber que Cataluña está en pie de guerra con el Gobierno. No lo hará, dicen en su entorno por varios motivos: porque ha de guardar el equilibrio entre el obligado cumplimiento de una sentencia del TC y los intereses electorales del PSC; porque, aun entendiendo el sentir catalán, es consciente del hastío que este asunto produce en el resto de España, y porque, en realidad, lo que preocupa es la economía, el paro y el futuro. Hay quien añade que además la marea humana que en Madrid salió a celebrar la victoria de «La Roja» ha hecho cambiar a muchos la opinión sobre la magnitud de la manifestación del sábado en Barcelona. En todo caso, el presidente se verá obligado a entrar en el asunto durante las réplicas cuando los partidos catalanes entren de lleno en el Estatut.Tampoco va en el guión la anunciada subida de impuestos a los ricos, si cabe una mera alusión para explicar que ésta es una decisión que se adoptará en el marco de los PGE para 2011. Lo que sí hará será dar una profusa explicación del volantazo en política económica con el propósito de encontrar un hilo argumental que convenza a los ciudadanos de que ha actuado por responsabilidad y obligado por las circunstancias. A partir de ahí glosará las reformas en marcha y pedirá consenso para las aún pendientes (Energía, pensiones y Economía Sostenible.El negro panorama económico hace, además, prácticamente imposible que el presidente pueda sacarse algún conejo de la chistera, de esos con los que todo Gobierno aspira a marcar la pauta de debates similares. No hay margen presupuestario para ello ni autorización de Bruselas. Así que lo dicho: sin duda, el debate más difícil al que se han enfrentado en su vida política. Pero, quién sabe. Zapatero, decían ayer en La Moncloa, quiere intriga. Ha utilizado a los miembros del gabinete para hacer esbozos; ha pedido datos; ha hecho peticiones; pero tiene celosamente guardado en su cabeza el que será el discurso que hoy a las doce pronuncie ante la Cámara Baja. Anoche aún lo pulía. En todo caso la mayor complejidad no será su discurso sino el combate dialéctico con Rajoy y el resto de portavoces. Estará solo ante once portavoces hostiles.
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