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Cutre tragedia griega

La Razón
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El espectáculo que ofreció la noche del martes Júnior en un programa de televisión fue de bochorno absoluto. Desde hace unas temporadas, en las cadenas principales se hacen largos programas dedicados a personajes que están de rabiosa actualidad. Digo lo de rabiosa porque no se trata de un programa amable, al estilo del que se llamaba «Ésta es su vida». Se trata de que el personaje tenga problemas y reunir unos contertulios que buscan los lados más oscuros del personaje. Se pone a alguien que haga de bueno o buena de la película. Con estos elementos, entenderán que Isabel Pantoja sea el personaje preferido en estos magazines. Su vida, sus espectáculos, sus escándalos, dan para muchos guisos televisivos. No han faltado ni Lola Flores ni tan siquiera Rocío Jurado ni personajes de segunda como la Campanario ni «los Ubrique» en general. Se trata de hacer una especie de juicio televisivo. Estos programas se hacen sin permiso ni consulta al protagonista. Estos sólo lo parecen. La última vuelta de tuerca en los referidos seriales ha sido el que se ha dedicado a Júnior y los problemas que tiene con sus hijos. El viudo de Rocío Dúrcal –que ése es, prácticamente, su único título– ha sido la figura principal. Además, ha cobrado por ello. Y aunque todas las miserias que ha contado de sus hijos Antonio y Carmen fuesen verdad, sería igualmente terrible. Hacer un «negociete» para dejar a los pies de la audiencia a lo que todo el mundo quiere más, a los hijos, es deplorable, teniendo en cuenta que el telón de fondo es también el dinero; puesto que los problemas que dan para estos culebrones versan sobre la herencia de la Dúrcal, que, como madre coraje, consiguió en vida que el polvorín de su casa no estallara. Todos hemos visto lo que la explosión ha tardado en producirse una vez desaparecida la gran artista.