Estados Unidos
Jesús J Sánchez Barricarte: «El planeta no está al borde del colapso»
Es doctor en Demografía por la Universidad de Berkeley, ha compaginado su docencia en la Carlos III de Madrid con la investigación en el Centro para el Estudio de la Población de la Universidad de Michigan y en el Instituto para la Investigación Demográfica de la Universidad de la Ciudad de Nueva York y acaba de publicar «Socioeconomía de las migraciones en un mundo globalizado».
–Critica a quien apoya que la naturaleza busque su propio equilibrio entre recursos y población.
–Algunos científicos neomalthusianos consideran fundamental respetar la «capacidad de carga» del medio ambiente –tamaño máximo poblacional que una región puede mantener sin degradarse–. Según ellos, la producción de alimentos y energía se lleva a cabo sobreexplotando el capital natural. El mismo Thomas R. Mathus, a finales del XIX, se opuso a las leyes que obligaban a las parroquias a hacerse cargo de los necesitados.
–¿Mejor que el hombre no intervenga?
–Ven al planeta como una nave espacial con unos recursos limitados y a los hombres como consumidores de los mismos. Cuantos más habitantes haya en esta nave antes los agotaremos. Desde este punto de vista, enviar alimentos o medicinas a otros países es una mala política que sólo consigue que siga en aumento su población y se transgreda el primer mandamiento de la ecología: «No violarás la capacidad de carga».
–Pero usted defiende que esta capacidad se puede cambiar...
–Conforme cambia la dimensión tecnológica se modifica la capacidad de carga. Hace 10.000 años habría sido imposible mantener los actuales 6.800 millones, pero ahora se podría cubrir las necesidades de muchos más. El error es ignorar que el ser humano es capaz de crear recursos tecnológicos.
–Este error ¿ha generado ideas drásticas de control demográfico?
–Eric R. Pianka, profesor de Zoología en la Universidad de Texas, propuso en una conferencia el rociado aéreo del planeta con el virus del Ébola para exterminar al 90 por ciento de la población. La Academia de Ciencias no le sancionó, sino que le nombró «científico distinguido». Por desgracia, esta postura no es una excepción.
–¿Por ejemplo?
–Muchas personas relevantes han hecho duras declaraciones: Paul Watson, cofundador de Greenpeace; James E. Lovelock, autor de la «hipótesis de Gaia»; David Foreman, fundador del grupo ecologista Earth First; el príncipe Felipe, esposo de la reina Isabel II de Inglaterra y cofundador de WWF; el comandante Jacques Cousteau; Al Gore, ex vicepresidente de Estados Unidos o el médico español Santiago Grisolía, premio Príncipe de Asturias en 1990.
–Entonces, ¿no nos estamos quedando sin recursos?
–La historia atestigua que las teorías agoreras que dicen que el planeta está a punto del colapso son falsas.
–Pero es que hemos pasado de 1.600 millones a principios del siglo XX a 6.800 millones.
–La abundancia o escasez de un recurso se mide por su precio y los datos del Banco Mundial indican que los precios de las materias primas han tenido una tendencia bajista. No se han hecho más escasos sino lo contrario, al ser más abundantes sus precios se han desplomado.
–¿A costa del medioambiente?
–El Nobel de Economía Simon Kuznets explicó que el progreso económico genera un creciente deterioro medioambiental para niveles bajos y medio-bajos de desarrollo hasta alcanzar un determinado punto de inflexión a partir del cual mayores niveles de renta per cápita van asociados a una disminución de la degradación medioambiental.
–¿Significa que podemos relajarnos?
–Ni mucho menos. Hay que seguir desarrollando tecnología para reducir la contaminación, pero los datos indican que las cosas mejoran.
–Ya, pero el problema del agua en algunas zonas es apremiante...
–Es un problema tecnológico y energético, no de escasez. Esa tecnología y esa energía barata que necesitamos sólo será posible obtenerlas si hay mucha gente pensando e investigando en ello.
–¿Así que a más gente, ¿más recursos?
–A largo plazo, más gente tiene un efecto neto positivo. Para Colin Clark, es la única fuerza capaz de hacer que comunidades anquilosadas adopten métodos más productivos. Una fuente de mejora es la mente humana; parece sensato pensar que la cantidad de mejoras dependerá del número de personas capaces de usar su cabeza. La naturaleza no ofrece recursos como si fueran riqueza. Es la inteligencia la que les otorga el valor. El petróleo no tenía utilidad hasta que se supo cómo aprovecharlo.
–¿Los recursos son ilimitados?
–En la práctica sí, lo que nos impide su uso es la falta de conocimientos. Necesitamos más gente y mejor preparada para ampliar nuestra tecnología y poder dominar un porcentaje mayor del planeta. No tengo duda de que lo seres humanos somos su recurso más importante.
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