Benedicto XVI

«Libertad en obediencia y disponibilidad»

A través de la Nunciatura, Benedicto XVI hizo llegar ayer un mensaje y una bendición a los participantes en la Gran Vigilia de la Inmaculada que se celebró anoche recordando este año el 250 aniversario de la proclamación de la Inmaculada Concepción como patrona de España.

La vigilia es una cita especial para muchos devotos de la Virgen
La vigilia es una cita especial para muchos devotos de la Virgenlarazon

A partir del lema de la Vigilia, la frase mariana «Haced lo que Él os diga», el Papa propuso acoger «el maternal consejo, que revela la grandeza de su alma inmaculada, espacio vital para Dios». En su bendición, el Pontífice «exhorta vivamente a llenarse del espíritu de María para ejercitar su libertad en obediencia y total disponibilidad a Él como actitud permanente de fe». Así, añade el Papa, los que imiten a la Virgen «sabrán ofrecer a un mundo celoso de su libertad el precioso testimonio de que Dios no oprime nuestra vida, sino que la eleva y la hace grande, y contribuirán así a que esté más presente en nuestro mundo, siempre necesitado de Él mismo, fuente de verdaderos valores».

Fue la enseñanza de más alto rango en los encuentros nocturnos que anoche celebraban la Inmaculada. En Madrid, donde hay tradición de celebrar grandes vigilias desde 1947, se volvieron a llenar la Catedral de la Almudena, la Basílica de la Merced y el santuario de María Auxiliadora, bajo la presidencia respectiva del cardenal Rouco, el obispo auxiliar Fidel Herráez y el obispo auxiliar César Franco. También participaron como oradores en estas vigilias el doctor en química Miguel Julián, profesor en la Universidad San Pablo CEU, y Francisco Javier Sanz, presidente de la asociación «Hogares de Santa María».


El dogma, según Pío IX

«...declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles...» («Ineffabilis Deus», 1854)